La encuesta de la población activa es uno de los termómetros, junto al porcentaje de crecimiento del PIB, el índice de precios al consumo (IPC) y otros indicadores, del estado de salud de nuestra economía y, por ende, de nuestra sociedad. Por eso siempre es esperada con expectación la publicación de la misma por el INE al finalizar cada trimestre. Más aún, si cabe, en un país como el nuestro que cuenta, por lo general, con una tasa de paro muy elevada. Los análisis de los datos que muestra la EPA generan interpretaciones muy diversas que, por lo común, dan lugar a comentarios positivos y optimistas por parte del gobierno (sea cual sea el partido político que lo ostente y sean cuales sean dichos resultados) y negativos y pesimistas por parte de la oposición (sean cuales sean, tanto los partidos que la lideren como los resultados). Para tratar de tener una visión más objetiva, por lo tanto, lo mejor es leer algunos de sus datos en el propio documento, al cual podemos acceder pinchando en la siguiente imagen.
Si nos fijamos en la evolución que durante los últimos años ha mantenido el empleo en España, los datos de 2019, sin ser estupendos, no pueden ser considerados malos para el conjunto del estado, aunque no se pueda decir lo mismo para todos los territorios y comunidades autónomas, tal como puede verse en el mapa.
Sin embargo, cuando comparamos nuestra tasa de paro con la del resto de países de nuestro entorno e, incluso, con la mayoría de los países del mundo, la visión no puede ser optimista. Nuestro mercado laboral adolece de problemas estructurales que comenzaron a forjarse durante la dictadura, con una política económica y social errática que se trató de enderezar a partir de los años 60, fiando el cumplimiento de tal objetivo sobre cuatro apoyos:
- El desarrollo tardío de una industrialización sin bases sólidas para su futura expansión y que dependía para su mantenimiento de un petróleo barato y accesible;
- la rápida modernización de un campo en el que trabajaba y vivía la mayoría de la población, lo que provocó un fortísimo éxodo rural hacia las ciudades, que crecieron de forma descontrolada, generando a su vez graves problemas sociales;
- la emigración masiva a Europa, en una época de fuerte expansión económica de la zona occidental del continente; y
- el desarrollo del turismo masivo de sol y playa destinado a una demanda europea aún poco exigente en cuanto a calidad de instalaciones.
Estas bases sobre las que se sustentó el «milagro» económico español saltaron por los aires a partir de la crisis mundial del petróleo del año 1973. El resultado fue un crecimiento del desempleo como nunca antes se había registrado en España, hasta generar un paro estructural que, salvo el espejismo vivido durante los años de la burbuja inmobiliaria, se mantiene hasta nuestros días. En el mapa siguiente se puede observar la situación de España en el mundo respecto a esta variable, en el que se muestran los países con más paro en tonos rojos y aquellos con menos paro en tonos verdes. Siguiendo el enlace al pinchar sobre el mapa accedemos al artículo del diario expansión en el que podéis ampliar información.
En este enlace a otra entrada del blog podréis ampliar información sobre este tema: https://geoblografia.com/2018/04/18/la-encuesta-de-poblacion-activa-epa/