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Historia del Arte (2): la Edad Media

1. Primer arte medieval: Arte cristiano entre los siglos IV y VIII.

Durante los cuatro siglos que transcurren entre el Edicto de Milán (313 d.C.) y la irrupción del Islam en Occidente a comienzos del siglo VIII, la producción artística en el ámbito del antiguo Imperio Romano,  se fue centrando en torno al cada vez más pujante cristianismo.  Podemos enumerar una serie de hechos históricos que nos permitirán entender la evolución cultural y artística de este período:

– La fundación de Constantinopla (330), la nueva Roma que sería la capital y el centro neurálgico del imperio de Oriente o Imperio Bizantino.
–  El Edicto de Tesalónica (380) declaraba al cristianismo única religión oficial del Imperio Romano.
–  Las migraciones de los pueblos bárbaros dentro del imperio romano (invasiones) que tienen lugar de forma continuada desde finales del siglo IV y que dan lugar a la formación de una serie de reinos germánicos dentro de lo que fue el Imperio Romano de Occidente.
–  El final del Imperio Romano de Occidente (476), que supone la conversión de Constantinopla, como capital del Imperio Romano de Oriente, en la única depositaria y heredera de la dignidad imperial de Roma.
– El reinado de Justiniano (527-565) en el Imperio Romano de Oriente (Imperio Bizantino) quien,  mediante varias campañas militares, se anexiona el norte de Africa y la península itálica, poniendo fin así a los reinos Vándalo y Ostrogodo.
– El surgimiento del Islam (622) y su rápida expansión por el Próximo Oriente y el norte de Africa (provincias que arrebata a los bizantinos) hasta alcanzar la Península Ibérica en el 711.  Su avance será detenido por los francos tras la batalla de Poitiers (732).
– La crisis iconoclasta  (a partir del 726), que supuso para el Imperio Bizantino un período de enfrentamientos religiosos y una reorientación de la actividad artística.

Reparto de Occidente entre los bárbaros a comienzos del reinado de Justiniano.

Durante esta época no existen estilos bien definidos, ya que la herencia del arte tardorromano (en el que ya se detectaba una clara tendencia a la simplificación formal) se encuentra en proceso de adaptación a las nuevas necesidades de culto y al tipo de estructuras de poder que se van conformando dentro del área del antiguo Imperio Romano.  Las diferencias que surjan entre unos ámbitos artísticos y otros, se deberán a la tradición local en unos casos y a las posibilidades económicas y técnicas de la sociedad que las lleva a cabo, en otros.
Por otro lado, hay que destacar también que será ahora cuando se vayan configurando las características más importantes que, tanto a nivel formal e iconográfico como en lo relativo a su  finalidad, tendrá todo el arte medieval cristiano (religiosidad, primacía de la expresión de ideas sobre la representación de la realidad, carácter didáctico, etc.)

Podemos establecer tres grandes escenarios o ámbitos artísticos que en esta época tienen como común denominador la realización de un arte ceremonial y cristiano:  el primer arte cristiano, conocido como arte Paleocristiano, el que se realizará dentro del área de influencia del Imperio Romano de Oriente tras la caída de Roma, llamado arte Bizantino y el arte de los pueblos bárbaros asentados en Occidente, especialmente el de los Ostrogodos, asentados en Italia hasta su derrota y anexión por Justiniano, el de los Visigodos, en Hispania, cuyo reino abarca los siglos VI y VII, hasta la invasión árabe de la Península, y el de los francos merovingios, dinastía que gobernará la Galia hasta la llegada de los Carolingios a mediados del siglo VIII.

1.1. Arte Paleocristiano.

Aunque en sentido estricto, este arte abarca los primeros seis siglos de nuestra era, nos centraremos aquí en el que se desarrolla a partir del Edicto de Milán (comienzos del siglo IV) y llega hasta comienzos del siglo VI en que se va fundiendo con el arte bizantino en Oriente y con los artes de los pueblos bárbaros en Occidente.
Las realizaciones anteriores al edicto no dejan de ser meros testimonios de la presencia del culto cristiano (en buena medida clandestino) en determinados lugares de reunión y enterramiento (Catacumbas y titulli) u obras romanas con ligeros retoques iconográficos (sepulcros).

Sepulcro paleocristiano

Sarcófago paleocristiano (Museo Arqueológico Nacional)

Será entonces cuando aparezcan algunos de los símbolos más usuales en el lenguaje visual del cristianismo medieval, que conformarán la iconografía cristiana básica durante los siglos siguientes. Algunos de los más característicos del repertorio paleocristiano son los mostrados a continuación: el pez, como acróstico del nombre y atributos de Cristo; el Crismón, las iniciales del nombre de Jesucristo en griego (X y P) cruzadas, unidas a alfa y omega que simbolizan el principio y el fin de todas las cosas; y el buen pastor, que muestra a Jesús cuidando del rebaño (los fieles). Otros son la paloma, el pavo real, el cesto de los panes y los peces, etc.

A partir del Edicto de Milán (313), desaparecen las limitaciones políticas, económicas y técnicas que impedían el desarrollo de un arte cristiano monumental.  Es más: el patrocinio del estado, sobre todo tras el edicto de oficialidad de Tesalónica (380), promoverá la difusión y construcción de obras de arte cristianas, así como la reconversión a dicho culto de otras paganas.

  • Arquitectura

Destacan dos tipos de edificios de función eminentemente religiosa, la basílica y los templos de planta central (mausoleos, martyria y bautisterios).  Todos ellos componen el repertorio arquitectónico básico paleocristiano, en los que el ladrillo es el material de construcción predominante, que aporta ligereza y estabilidad a dichos edificios.

La Basílica representa, a un tiempo, el triunfo del cristianismo sobre el paganismo, por cuanto deriva de una de las más importantes obras civiles romanas, y la unidad de la iglesia, en cuanto permite, por el gran espacio interior creado, la reunión de los fieles para la conmemoración del sacrificio de Cristo (misa).  Se construye sobre planta longitudinal de tres o cinco naves y definirá el modelo de templo más característico del cristianismo, marcado por un espacio-camino que, tras atravesar el atrio (patio porticado) y el nártex (pórtico cubierto previo al templo del que no pueden pasar los no bautizados), se inicia en la misma puerta de acceso y culmina en el ábside situado en el extremo opuesto, ocupado por la cátedra del obispo y el presbiterio, y precedido por el altar (sobre el que, normalmente,  se levanta el baldaquino o ciborio); todo ello está separado  por la iconostasis, del espacio que ocupan los fieles en las naves.  En ellas cabe destacar la mayor anchura de la nave central y la presencia, de forma cada vez más frecuente, de un espacio transversal a las naves, que precede al ábside y sobresale lateralmente en planta, llamado transepto.  Lo podemos observar claramente en el siguiente esquema:

Basilicasanpedro

En el alzado de la basílica destacan las columnas y arcos que separan  las naves laterales de la central y la mayor altura de ésta, que permite abrir los ventanales por los que entra la luz al interior del edificio.  La cubierta es plana, de madera, y con tejado a dos aguas sobre la nave central y a una sobre las laterales.  La abertura del ábside en la pared del fondo es realzada por un arco triunfal que culmina la nave central y es de su misma anchura.
Algunas de las primeras basílicas son las de San Juan de Letrán y San Pedro del Vaticano, así como las de Santa Sabina y Santa María la Mayor.

Basílica de Santa Sabina (Roma)
Basílica de Santa Sabina (Roma)

Edificios de planta central (circular, poligonal o de cruz griega).  En ellos, el punto de referencia principal se encuentra en el centro.  Responden a un culto de tipo procesional o al homenaje a un santo o mártir (mausoleos y Martyria), o bien se basa en la asistencia al bautismo por inmersión en la pila bautismal o cuba (Bautisterios).

  • Artes plásticas

El interior de los edificios paleocristianos estaba profusamente decorado, generalmente con mosaicos en los que, además de los motivos puramente decorativos y una vez superada la tradición hebraica de no representar a la divinidad, abundaban las escenas del antiguo y nuevo testamento, imágenes de Jesús, la virgen, los evangelistas (Tetramorfos), apóstoles, mártires y santos varios.  Dichas imágenes estaban sometidas a una estricta ordenación jerárquica, ocupando aquellas escenas y figuras de más alto rango, los espacios más relevantes del interior del edificio, normalmente en progresión hacia el ábside.

Mausoleo de Gala Placidia (Rávena)
Mausoleo de Gala Placidia (Rávena)

El mosaico paleocristiano responde, de forma general, a la modalidad del opus teselatum romano, aunque pueda resultar más tosco en cuanto al acabado final. La pintura hereda también la tradición de la técnica al fresco, aunque irá cediendo presencia en los edificios más importantes ante el mosaico.

En ambos casos, los autores cristianos toman el estilo y la iconografía del arte romano del siglo III, acentuando o adaptando algunas características como la simplificación de las formas, los perfiles bien definidos, las figuras con colores planos que se sitúan en escenas sin profundidad y en las que va desapareciendo todo lo accesorio.  En definitiva, se impone la idea sobre la forma, en un proceso estético que tomará dos direcciones:

a) Un simbolismo, que no trata de representar sino de conjurar realidades espirituales mediante fórmulas como la distorsión de las proporciones naturales, el frontalismo, la perspectiva jerárquica, etc., incomprensibles para cualquiera no iniciado en el cristianismo.

b) Y el narrativismo plástico, es decir,  la representación de escenas con finalidad narrativa o didáctica y que, por tanto, deben ser tratadas con absoluta claridad, pues la información que transmiten debe llegar nítida a un receptor que no puede completarla o clarificarla por otras vías, dado que es, generalmente, analfabeto.  En consecuencia, la sencillez y claridad será otra característica de este arte, que lo será también de todo el arte medieval.

1.2. Arte Bizantino de la primera Edad de Oro.

Durante el reinado de Justiniano (527-565) y la dinastía de los Heraclios (siglo VII), el Imperio Romano de Oriente, también conocido como Imperio Bizantino, vivirá su etapa de máximo esplendor artístico, reflejada en su arquitectura y en sus mosaicos, en los que se fusiona la rica tradición artística y cultural clásica con la más reciente del cristianismo triunfante.
Además, la concepción de la monarquía como representación de Dios en la Tierra (Cesaropapismo), de origen oriental, dará al arte bizantino un carácter áulico y ceremonial, en el que se manifiesta con claridad la distancia insalvable que separa al emperador y su corte del pueblo llano.  Éste, no obstante, se adherirá al culto más cercano de las imágenes (pequeñas representaciones de Cristo, la virgen y los santos, llamadas Iconos) que alcanzará una enorme popularidad, sobre todo una vez superada la crisis iconoclasta.

  • Arquitectura

Destaca por su monumentalidad, ligereza y luminosidad, gracias al empleo del ladrillo como material de construcción y a la utilización de la cúpula como tipo de cubierta más común.  El edificio más representativo es la basílica que, en un principio tomará el modelo paleocristiano, pero que pronto tenderá hacia la planta central con el fin de realzar la cúpula de gran tamaño que suele coronar en altura el centro del edificio.  En su construcción se emplearán las pechinas, la solución técnica más avanzada para levantar cúpulas.  Se utilizará, además, el arco de medio punto, la bóveda de cañón (de arista en espacios cuadrangulares) y columnas de tradición clásica (corintias), aunque pronto destacará en ellas un tipo de capitel peculiar, muy decorado, al que se superpone un gran cimacio de forma troncopiramidal invertida. En el interior, la basílica bizantina añadirá una tribuna sobre las naves laterales (matronio) y, en general estaba completamente decorado con mosaicos o pinturas, en las cuales las figuras humanas se disponían siguiendo una estricta ordenación jerárquica, más visible, si cabe, que la del arte paleocristiano.

Basílica de San Vital. Arcos y capiteles.
Basílica de San Vital. Mosaicos sobre Arcos y capiteles.

La basílica más grande y representativa de la arquitectura bizantina es Santa Sofía, en Constantinopla.  Mandada construir por Justiniano, cuenta con una enorme cúpula sobre pechinas sobre el centro de la nave principal, cuyos empujes son contrarrestados por cúpulas secundarias que permiten mantener el equilibrio estructural del conjunto.  Las naves laterales se cubren con bóveda de cañón y sobre ellas se dispone una tribuna.  Así pues, su planta es un compromiso entre el tipo basilical y la planta central y servirá de modelo en el futuro para otros templos cristianos e, incluso, musulmanes.

Basílica de Santa Sofía (Constantinopla)
Basílica de Santa Sofía (Constantinopla)
vista axonométrica del interior de Santa Sofía.
Vista axonométrica del interior de Santa Sofía.

Durante esta primera época del arte bizantino, el otro gran centro artístico y cultural fue Rávena, la última capital del imperio de Occidente.  Destacan la iglesia de San Vital, de planta octogonal, y la de San Apolinar in Classe, de planta propiamente basilical

  • El mosaico

Dentro de las artes plásticas, en Bizancio destacará especialmente el arte musivario, debido al colorido y la gran brillantez que da al interior de los edificios y por su mayor resistencia y durabilidad respecto a la pintura al fresco.  Las figuras recuperan la frontalidad de otros artes orientales, que traduce la autoridad absoluta, la grandeza sobrehumana del emperador y su corte o de Cristo, los santos y demás corte celestial;  se ubican en los muros de las iglesias, según una estricta jerarquía, en escenas o representaciones en las que se suprimirá lo humano, lo subjetivo y lo caprichoso.  Cristo, representado como Pantócrator (Cristo majestad todopoderoso), va siempre en las zonas más elevadas y en el centro de la semicúpula del ábside;  después viene la virgen y, finalmente, el coro de ángeles, apóstoles y santos, así como el mismo emperador, en ocasiones.

Mosaico de Justiniano en San Vital (Rávena)

Mosaico de Justiniano y su séquito en San Vital (Rávena)

La Virgen María tendrá una especial relevancia iconográfica en el arte bizantino. Se la representará bajo diferentes atributos:

  • Theotokos, en la que se exalta la figura y los atributos de María como Madre de Dios, a quien sostiene en su regazo, en ocasiones asumiendo la función de trono divino. En este último caso, cuando existe frontalismo y no hay relación con el niño, se habla de virgen Kyriotissa
  • Hodigitria (la que muestra el camino), en la que la Virgen aparece sosteniendo y señalando al niño que, a su vez, indica el recto camino a seguir por los fieles en su vida.
  • Blachernitissa, representa a la Virgen de pie, en actitud orante, con los brazos alzados al cielo, con un medallón sobre su pecho que simboliza la divinidad.
  • Eleusa (Madre tierna) y su variante Glycophilousa (Dulce madre amantísima), representa a la madre que es acariciada y acaricia al niño. Es decir, con ellas se exalta la ternura y amor infinitos de la madre de Dios. Una tercera variante es la Galaktotrofousa, como virgen lactante.

Prueba con las anteriores imágenes a reconocer alguno de los tipos de representación de la virgen enumerados arriba.

La Déesis es la representación de Cristo Majestad (Pantócrator) flanqueado por la Virgen a su derecha y San Juan Bautista a su izquierda, será muy común en las iglesias bizantinas, alcanzando la máxima categoría iconográfica dentro del repertorio del arte bizantino. La tríada se puede ver acompañada de santos y de ángeles y, en ocasiones, Cristo puede aparecer en la cruz.

La iconografía bizantina ejercerá una enorme influencia sobre el arte cristiano occidental, tanto en lo que se refiere a los aspectos formales (formas, líneas, colores, etc.) como conceptuales (motivos, temas, géneros y personajes representados) Se extenderá por Europa central y occidental en tiempos del emperador Carlomagno, y será muy reconocible durante el período Románico y, en menor medida, en el gótico. Volverá a cobrar importancia en la Baja Edad Media, especialmente en Italia, para ir perdiendo presencia desde el Renacimiento, a lo largo de la Edad Moderna.  Por otro lado, hacia el Este de Europa y Rusia, la huella bizantina se mantiene hasta hoy en día, dentro del área de difusión del cristianismo ortodoxo, que bebe directamente de fuentes iconográficas bizantinas.

En marfil se realizan obras de gran delicadeza formal, completamente cubiertas de una fina decoración y representaciones religiosas, y generalmente de pequeño tamaño (dípticos, trípticos y polípticos).  Pero también existen obras de mayor tamaño, como la cátedra del obispo Maximiano.

1.3. Arte de los pueblos bárbaros asentados en Occidente:

Procedentes del norte de Europa, la única tradición artística digna de este nombre que estos pueblos aportaban era una metalurgia y una orfebrería, de la que obtenían diversos objetos (fíbulas, broches, umbos de escudo, coronas votivas, etc.) de pequeño tamaño y gran valor, lo que les permitía llevarlos consigo allá donde fueren.  Una vez establecidos en los territorios de Occidente sobre los que fundaron sus reinos, unos y otros adoptaron en lo fundamental, el arte que se practicaba en cada lugar, paleocristiano o bizantino, como ocurrió durante el reinado del ostrogodo Teodorico en Italia.

  • Los Ostrogodos ocuparon Italia durante algo más de medio siglo (493 a 553), siendo su rey más importante Teodorico el Grande, quien impulsó el arte y la cultura a imitación de Bizancio, de quien era aliado. En Arquitectura destacan su palacio y, sobre todo, el bautisterio llamado de los arrianos y su mausoleo, uno en ladrillo y otro en piedra sillar construidos por arquitectos bizantinos y según el modelo de planta central tan del gusto de aquel arte.

    Mausoleo de Teodorico (Rávena)
    Mausoleo de Teodorico (Rávena)

    El mosaico del bautisterio arriano es un mosaico paleocristiano de características similares al vecino Mausoleo de Gala Placidia, con colores vibrantes y un fondo dorado que comenzaba a ser característico de muchas obras de la época y en cuyas figuras aún se observan matices y detalles (como en las anatomías o en la transparencia de las aguas) que poco a poco llegarán a desaparecer de la plástica cristiana occidental.

    Mosaico de la bóveda del Baptisterio de los Arrianos. (Rávena)
    Mosaico de la bóveda del Baptisterio de los Arrianos. (Rávena)
  •  los Visigodos se asentaron en la Galia y en Hispania desde comienzos del siglo V, aunque la producción artística y cultural más relevante tuvo lugar dentro de lo que se conoce como el reino Hispano-visigodo de Toledo, que estuvo vigente desde el 507, en que son expulsados de la Galia por los Francos, hasta la invasión musulmana de la Península en 711.
    Cabe destacar un conjunto de pequeñas iglesias que se caracterizan por levantarse sobre planta basilical (salvo en San Pedro de la Nave, que es de cruz griega) con ábsides y cabeceras rectas, muros de piedra sillar bien casada, columnas con capiteles y cimacios historiados, cubiertas de madera o bóveda de cañón y, sobre todo, por un característico arco de herradura con prolongación de un tercio en el intradós mientras cae recto el extradós.
    Ejemplos de este tipo de edificio son San Pedro de la Nave (Zamora), San Juan de Baños (Palencia) Sta. María de Quintanilla de las Viñas (Burgos)
Iglesia de San Pedro de la Nave (Zamora)
Iglesia de San Pedro de la Nave (Zamora)
Interior de San Juan de Baños (Palencia)
Interior de San Juan de Baños (Palencia)

Dentro de las artes plásticas, los visigodos practicaron un tipo de decoración en relieve muy plano, que representa escenas de la Biblia o diversos símbolos religiosos, así como motivos vegetales y geométricos, muy relacionados formalmente con sus objetos de orfebrería con engarzamiento de piedras preciosas, entre los que destacan las fíbulas y broches o las coronas votivas como las del tesoro de Guarrazar.

Relieves de las impostas de la iglesia de Quintanilla de las Viñas.
Relieves de las impostas de la iglesia de Quintanilla de las Viñas (Burgos).
Relieves de la misma iglesia.
Relieves de la misma iglesia.
Corona votiva (Tesoro de Guarrazar)
Corona votiva (Tesoro de Guarrazar)
  • Los francos, gobernados por la dinastía merovingia, ocuparon la Galia desde comienzos del siglo VI y no destacaron en principio por un arte propio.  En línea con una tradición galorromana, la escultura se destinó a la decoración de sarcófagos y altares; por otro lado, al igual que otros pueblos bárbaros, los francos también realizaron obras de orfebrería de cierta calidad.  Además, es singular una la cripta de San Lorenzo, en Grenoble, en la que podemos observar una bóveda de cañón que descansa en arcos sobre columnas con capiteles corintios de gran elegancia.
    Cripta de San Lorenzo (Grenoble)
    Cripta de San Lorenzo (Grenoble)

    Sin embargo, no será hasta la llegada de Carlomagno, a finales del siglo VIII, cuando el arte franco supere las limitaciones técnicas y formales de la época merovingia y dé lugar a un arte monumental de gran trascendencia.

2. Arte islámico y bizantino entre los siglos VIII y XV.

Desde la irrupción del Islam en el ámbito mediterráneo, el arte de todo el Oriente Medio, el norte de África y, durante varios siglos, del sur de Europa, va a verse muy influido por esta religión y por el tipo de sociedad que con ella se difundió.  A pesar de la gran extensión geográfica de la cultura y la religión islámicas, y de la gran cantidad de influencias recibidas durante su fase de formación, todas sus manifestaciones artísticas muestran un aire de unidad que no vemos, por ejemplo, en el arte cristiano europeo de la misma época.

Ello se debe, fundamentalmente, a la importancia que alcanza la decoración, que cubre los interiores de forma casi obsesiva (horror vacui) con formas geométricas, de lacería, vegetales (ataurique) e, incluso, epigráfica (escritura), pero nunca con figuras humanas, prohibidas por el Islam. La arquitectura islámica utiliza generalmente materiales pobres y ligeros, elementos constructivos muy variados, al igual que las plantas, con exteriores austeros y riquísimos interiores. Se basa en dos tipos constructivos: la mezquita y el palacio. La primera se se compone de una sala de oraciones (Haram) cuya cubierta, normalmente plana, se sostiene en elegantes columnas, precedida por un patio porticado (Shan) con uno o varios minaretes y una fuente para las abluciones. El palacio difiere mucho de unos lugares a otros, pero en general cuenta con distintos tipos de estancias cubiertas y patios con pórticos, fuentes y jardines, en los que encontramos lo más excelso de sus técnicas constructivas y de decoración.

En la siguiente presentación obtendremos más información sobre el arte islámico.

Por su parte, la querella iconoclasta, entre el 726 y el 843, supuso para el imperio bizantino un importante punto de inflexión en la evolución de sus formas artísticas y culturales en general. El debate entre iconoclastas e iconódulos reflejaba una división interna a dos niveles, dentro del Imperio: por un lado, entre el poder temporal, representado por los emperadores, partidarios de la iconoclastia, y los monjes, iconódulos;  por otro lado, entre la parte asiática del imperio, mayoritariamente iconoclasta, y la parte europea, defensora de la ortodoxia.  Durante esta época, la producción artística disminuyó notablemente, especialmente la construcción de grandes monumentos e, incluso, se destruyeron u ocultaron obras de gran calidad procedentes de la época de Justiniano.
La Segunda Edad de Oro coincide con el renacimiento macedónico (siglos IX, X y XI). Sigue siendo la iglesia de planta central cubierta con cúpula el modelo fundamental. Son frecuentes las iglesias de planta de cruz griega inscrita en un cuadrado, con los brazos de la cruz cubiertos con bóvedas de cañón, y cinco cúpulas, una en el centro y otras cuatro en los ángulos. El prototipo era la Nueva Iglesia (Nea) construida por Basilio I, hoy desaparecida. Algunas iglesias destacadas son la iglesia de los Santos Apóstoles, en Constantinopla, y la basílica de San Marcos de Venecia.

Mosaico de la Deesis de Santa Sofía

Mosaico de la Deesis de Santa Sofía

La Tercera Edad de Oro comienza tras la recuperación de Constantinopla en 1261. Es una época de difusión de las formas bizantinas, tanto hacia el Norte (Rusia) como hacia Occidente. Las novedades de este período son más bien decorativas que estructurales. Destacan iglesias como Santa María Pammakaristos en Constantinopla, las iglesias del monte Athos o el conjunto de iglesias de Mistra, en el Peloponeso.  Por otro lado, el mosaico y los frescos alcanzan su máxima expresión en esta época con obras como la Deesis de Santa Sofía en Constantinopla o la Anastasis del ábside de la iglesia de Chora, también en Constantinopla.

3. Arte cristiano occidental entre el siglo VIII y el XII: Estilos Prerrománicos y Arte Románico.

Durante estos siglos, la Europa Cristiana Occidental va a ir confluyendo en una unidad estilística, sin precedentes desde Roma, en lo que podemos considerar el primer estilo internacional del Medievo.  Tras un largo período de experiencias creativas en el que se funden tradiciones locales, reminiscencias de la época romana e influencias del gran arte Bizantino de la Segunda Edad de Oro,  la prosperidad que se palpa en toda Europa Occidental a partir del siglo XI, y el auge de las peregrinaciones a Santiago y otros lugares santos, dará como resultado una convergencia de ideas artísticas y técnicas constructivas que originará el llamado arte Románico.  A aquellas primeras escuelas o corrientes artísticas previas, se les conoce en conjunto como arte Prerrománico, y sus aportaciones estéticas y soluciones técnicas serán fundamentales en la formación del Románico.

A continuación, una breve presentación sobre los aspectos más importantes de dichos estilos:

Y el PDF, por si os apañáis mejor en este formato:

El Arte Románico

Y una segunda presentación para ampliar conocimientos:

En el siguiente video podéis ver una recreación animada del Tapiz de Bayeux que nos permite hacernos una idea bien clara de la función narrativa de la plástica románica, así como de la adecuación de sus rasgos formales a dicha función.

4. Arte Gótico.

Una vez que se hubo formado y difundido por la mayor parte de la cristiandad occidental, el arte románico, y en especial la arquitectura, dio muestras pronto de una cierta incapacidad para resolver algunos problemas estructurales que se planteaban en los edificios más grandes cuando se trataba de ganar altura, anchura y luz.  Hacia mediados del siglo XII, la bóveda de cañón, que descansaba sobre grandes muros de piedra reforzados por contrafuertes, va a ser sustituida por la bóveda de crucería, que permite distribuir las presiones ejercidas por el peso de cada uno de los tramos de la misma, hacia cuatro puntos en los que dichas fuerzas son recibidas y desviadas por grandes pilares en el interior y arbotantes en el exterior.  Ello significaba poder prescindir del muro como elemento soportante y sustituirlo por galerías de arcos decoradas con fina tracería, y por grandes ventanales cuyas vidrieras de intensos colores, inundaban de luz el interior de los templos.

Este cambio en los métodos constructivos hizo variar la distribución de algunos de los elementos decorativos más característicos, especialmente los frescos que cubrían los antiguos muros románicos y que ahora se ven reducidos a la mínima expresión frente al avance de las vidrieras y la decoración esculpida. En consecuencia, se extenderá la utilización de la tabla como soporte para la pintura, lo que permitió a ésta una versatilidad y un desarrollo formal desconocidos durante los siglo anteriores, Tanto es así que se llegarán a definir varios estilos de pintura gótica: en algún caso serán el resultado de la propia evolución de la pintura románica, en otros recibirán una clara influencia bizantina (Italia) o serán producto de la confluencia de los dos anteriores.  Por último, en Flandes surgirá un estilo propio basado en la utilización de la técnica al oleo que abrirá nuevas vías de desarrollo de la pintura, que alcanzarán su apogeo en épocas posteriores.

En Italia, la presencia por doquier de ruinas romanas y el recuerdo de un pasado esplendoroso, mantuvieron la vigencia del Románico (por considerar que entroncaba directamente con la tradición constructiva romana) e impidieron una difusión completa del Gótico.  Fue, además el escenario en el que se iban a desarrollar una serie de avances técnicos y de cambios estéticos basados en los modelos clásicos que, a partir del siglo XV, acabarían dando lugar al Renacimiento.

En la última imagen de la presentación, «La Adoración del Cordero Místico» de los hermanos Van Eyck, podéis pinchar sobre ella para acceder a una visualización de altísima resolución de la misma.

En el siguiente vídeo se puede ver con claridad cómo se articulan los elementos constructivos que dan lugar a la arquitectura gótica:

En este segundo vídeo  se muestran las características más importantes de la escultura y la decoración en el arte gótico:

Por último, un vídeo con estudios de las obras pictóricas más relevantes del gótico.

 

En España, el arte gótico, una vez superada la fase de imitación de los modelos franceses, encontró uno de los escenarios más creativos y variados en formas, especialmente en Cataluña, a partir del siglo XIV, y en el resto del territorio peninsular durante el siglo XV y el primer tercio del XVI.  En la siguiente presentación se expone la evolución y las tendencias artísticas que caracterizan el gótico español desde finales del siglo XII hasta los comienzos del XVI.

 

 

Una respuesta a “Historia del Arte (2): la Edad Media

  1. Lara Schaffer

    07/09/2021 at 02:08

    Excelente toda la información y sobre todo los ejemplos. Las imágenes, los videos, todo! Mil gracias

     

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