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Geografía 2º de bachillerato (3): La población española y los rasgos del poblamiento urbano

1. La población española

El estudio de la población es tarea de la demografía y debe partir de una disponibilidad amplia y segura de datos estadísticos. Se llaman fuentes demográficas todas aquellas que los proporcionan de forma constante y fiable, a través del recuento de la población y la recogida de datos complementarios que conviertan el resultado final en información significativa y relevante. De ello se encargan diversos organismos, principalmente públicos, que los ponen a disposición de la ciudadanía. Las fuentes demográficas más importantes son:

  • El censo es el recuento individualizado de la población de España, lo realiza el INE (Instituto Nacional de Estadística) y se publica cada 10 años. Incluye también otros datos demográficos, además de económicos y socioculturales.
  • El padrón municipal de habitantes es el registro oficial de las personas que viven en un municipio y hoy en día se actualiza en tiempo real cada vez que hay una variación en el mismo.
  • El registro civil registra los nacimientos, matrimonios y defunciones, o cualquier otro cambio en el estado o condición civil que afecte a los ciudadanos de un territorio determinado.

Además, existen numerosas encuestas y estudios sobre grupos específicos de población, como la EPA (Encuesta de Población Activa), con los que el INE elabora regularmente informes, análisis y tablas estadísticas para el estudio de la población. En el siguiente enlace el INE resume los últimos datos sobre la población española, a través de una nota de prensa que publica periódicamente:

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La geografía de la población estudia las relaciones entre la población y el territorio que ocupa. A partir de la información aportada por la demografía y de los conocimientos geográficos específicos del territorio español, estableceremos una serie de conclusiones que nos permitan comprender de forma integral dichas interacciones.  Lo abordaremos, una vez conocidos el volumen y reparto de la población española, desde dos ámbitos de trabajo: el que estudia la dinámica demográfica (o conjunto de movimientos, tanto naturales como migratorios, que afectan a la población) y el que analiza la composición o estructura de la población.

1.1. Tamaño y distribución de la población española

La población española actual supera ligeramente los 47 millones de habitantes y su reparto territorial, que fue consolidándose a lo largo de los siglos XIX y XX, se caracteriza por la existencia de fuertes contrastes. Dichos contrastes se establecen a dos niveles:

  • Según el grado de ocupación del suelo, que se mide con la densidad de población, o número de habitantes por kilómetro cuadrado. La densidad media española es de  92’5 hab./Km.2, pero se trata de una cifra que esconde situaciones muy desiguales. Así, nos encontramos con una España central y periférica densamente poblada (Madrid, por ejemplo, ronda los 800 hab./km2) y una España interior con muy bajas densidades (Castilla-La Mancha apenas supera los 23 hab./Km2), que recibe calificativos como la siberia española o la España vacía. El mapa inferior muestra claramente lo que decimos
Densidad de población de España

De dieghernan – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=83349211

  • Según el tipo de poblamiento (o forma de asentamiento de la población), existe un contraste notable entre la España urbana (ciudades), que acoge a más de las tres cuartas partes de la población actual, y la España rural (pueblos, o núcleos de población de menos de 10.000 hab.) que, en buena medida, se asocia a la España interior y presenta una población escasa y en claro en descenso. En este mapa del Ministerio de Fomento se muestran las principales áreas urbanas españolas y la población en ellas asentada.

Areas urbanas en España

Una vez hecho el recuento y conocido su reparto y asentamiento, dicha población puede estudiarse a partir de dos enfoques: uno sincrónico, o estático en el tiempo, y otro de carácter dinámico. El primero de ellos se comportaría como una foto fija de la población que nos permite analizar con detalle el conjunto de partes que la componen y las relaciones que existen entre ellas, lo que, a su vez, será la base para hacer proyecciones de futuro. Se trata del estudio de la composición o estructura de la población. El segundo enfoque se centra  en el análisis de las variaciones que se producen en el tamaño y el reparto de la población de un territorio a lo largo de un determinado período de tiempo, con el fin de descubrir y describir tendencias y comportamientos demográficos. Se le conoce como dinámica de la población. Empecemos por este último enfoque.

1.2. La dinámica demográfica en España

La dinámica de la población española vendría determinada por los movimientos de la población, es decir, el conjunto de variaciones que experimenta la población de un determinado territorio, tanto en su número como en su distribución espacial durante un período de tiempo. Según esto, los movimientos de la población pueden ser de dos tipos: naturales o migratorios. Los primeros, es decir, los movimientos naturales, serían aquellas variaciones que se producen en el tamaño de las poblaciones por causas naturales, es decir, debidas a los fenómenos biológicos de la natalidad y la mortalidad; darían lugar al crecimiento natural o vegetativo de la población, que puede ser positivo o negativo). Los movimientos migratorios o migraciones son desplazamientos de la población en el territorio debidos a diversas causas (económicas, políticas, culturales, etc.); la diferencia entre los que emigran (se van) y los que inmigran (llegan) da lugar al saldo migratorio. El resultado final de ambos tipos de movimientos sobre la población de un territorio (suma del crecimiento natural y el saldo migratorio) se conoce como crecimiento real. En el siguiente esquema podemos ver reflejado todo ello.

movimientos de la población

Dinámica de la población

1.2.1. Los movimientos naturales

La natalidad (aportando nuevos efectivos de población)  y la mortalidad (restando efectivos) dan lugar, al cabo de un período de tiempo determinado a un balance denominado, como hemos visto, crecimiento natural o vegetativo. Para poder operar con dichos datos de forma rápida y eficaz, elaboramos tasas e índices que resultan muy útiles a la hora de analizar su evolución, establecer comparaciones u observar tendencias. Las más importantes son las siguientes:

  • La tasa bruta de natalidad (TN) es el cociente entre el número de nacidos vivos en un año, multiplicado por 1000, y el número de la población total de un territorio. En España actualmente se sitúa ligeramente por debajo del 8 por mil. Podemos afinar este dato con la llamada tasa de fecundidad, para lo cual sustituimos en el divisor la población total por el número de mujeres en edad fértil (15 – 50 años). Es muy útil y significativo también el denominado índice sintético de fecundidad o número medio de hijos por mujer, cuyo valor debe ser superior a 2,1 para garantizar el reemplazo generacional, siendo en la actualidad tan solo de 1,25.
  • La tasa bruta de mortalidad (TM) es el cociente entre el número de fallecidos en un año, multiplicado por 1000, y el número de la población total. En España supera ligeramente el valor de 9 por mil. Dos indicadores ligados a la tasa de mortalidad reflejan con claridad el grado de desarrollo socioeconómico de los países. Uno es la tasa de mortalidad infantil, en la que sustituimos en el dividendo el número de fallecidos total por los niños que mueren antes de cumplir un año de vida. El otro es la esperanza media de vida al nacer, que en España supera ampliamente los 80 años.
  • La tasa de crecimiento Natural (CN) no es sino la diferencia entre la tasa de natalidad y la tasa de mortalidad. Suele expresarse mediante un porcentaje. En España es 1,2%.

Según estos indicadores, España tiene un patrón de crecimiento demográfico basado en una baja tasa de mortalidad y una tasa de natalidad aún menor, lo que da como resultado un crecimiento natural negativo. Tales valores indican un control de la natalidad importante (las mujeres y las familias, por diversos motivos, deciden tener pocos hijos y ponen los medios para evitarlo) y un elevado nivel higiénico y sanitario (en el caso de España, debido a un sistema de sanidad pública de gran calidad) cuyos efectos más directos son una baja mortalidad infantil y una elevada esperanza de vida.

población española

Estas características se corresponden con el denominado régimen demográfico moderno o actual. Entendemos por régimen demográfico un determinado patrón o modelo de crecimiento de la población, basado en un equilibrio entre los valores de natalidad y mortalidad que se mantiene estable en el tiempo. El régimen actual es el resultado de los avances científicos y tecnológicos y las grandes transformaciones culturales, sociales y económicas experimentadas por las sociedades europeas en los dos últimos siglos. En España, hasta el último cuarto del siglo XIX, dominó el llamado régimen demográfico antiguo, basado en altas tasas de natalidad y mortalidad que, unidas a una baja esperanza de vida, eran el reflejo de una sociedad rural y preindustrial.

A lo largo del siglo XX se produjo la transición demográfica, período durante el cual cayeron, primero las tasas de mortalidad y, más tarde, las de natalidad, hasta restablecer un nuevo equilibrio que dio lugar al régimen actual. Durante dicho período se mantuvo una elevada tasa de crecimiento natural, dado que el  notable descenso de la mortalidad primero, y el más tardío y suave de la natalidad después, provocaron un diferencial importante entre ambas que se mantuvo durante casi un siglo, tal como se muestra en el siguiente gráfico. 

Transkck

  • Desde 1975 se observa una caída brusca de la natalidad, de tal forma que, a partir de los inicios de la década de 1980, ya podemos hablar del régimen demográfico actual en España.  En 1981, el índice sintético de fecundidad se sitúa en 2,1 hijos por mujer, es decir, el valor mínimo que garantiza el reemplazo generacional. Años más tarde, en 1998 llegó al mínimo histórico de 1,15. Ello fue debido a los efectos que los cambios sociales y económicos experimentados durante las últimas décadas en nuestro país, tuvieron sobre la mentalidad y los valores culturales de los españoles, y a los que, en buena medida, contribuyeron también los cambios políticos (Transición democrática).
    Así pues, el predominio del modo de vida urbano, la incorporación de la mujer al trabajo, la universalización de la educación básica, la mayor preocupación por la formación de los hijos, la menor influencia de la religión, y la divulgación de los métodos anticonceptivos, fueron, entre otras, las causas del retraso en la edad a la que se tiene el primer hijo y el cambio en el modelo de familia, lo que en última instancia se tradujo en el llamativo descenso de la natalidad durante esos años.
    Al mismo tiempo, la mortalidad se mantuvo en cifras muy bajas, aún con un leve crecimiento debido al envejecimiento de la población, y se redujo la mortalidad infantil, hasta caer por debajo del 10 por mil a finales de los 80. Ello tuvo como consecuencia la elevación de la esperanza de vida, que rozará los 80 años (las mujeres superan esa cifra) en la primera mitad de los 90.
    En definitiva, el crecimiento natural durante estos años fue muy reducido y la nota dominante fue el estancamiento de la población española.

natalidad y mortalidad

  • A partir de 1995, la tendencia cambia notablemente. Ese mismo año la natalidad alcanza su mínimo y, a partir de finales de siglo, se recuperará de forma significativa, debido a la mejora de la economía del país (gran descenso del paro) y, sobre todo, a la gran afluencia de inmigrantes extranjeros con un comportamiento más natalista. Por su parte, la mortalidad siguió con la suave tendencia ascendente iniciada en los años 80 por el envejecimiento cada vez más patente de la población.
    La crisis de 2008 frenó la llegada de migrantes y e impulsó el retorno de muchos de ellos, lo que devolvió la natalidad a tasas muy bajas, de tal forma que, en el año 2015 se dio por primera vez en España, un crecimiento natural negativo de la población, como puede observarse en el gráfico.
    Sin embargo, una cierta recuperación económica en los últimos años, ha permitido que se recupere la inmigración, de forma que el saldo migratorio positivo compense el crecimiento natural negativo, para dar lugar a un crecimiento real de la población española que la ha llevado a la cifra récord de 47,1 millones de habitantes en 2019. Haciendo click en la siguiente imagen, puedes acceder a más información.

Saldo migratorio en España

Hasta ahora hemos analizado los movimientos naturales en el conjunto del estado y, en términos generales, los valores, evolución y características expuestos hasta aquí, son válidos para todos los territorios que lo componen. Sin embargo, un análisis espacial más detallado permite descubrir diferencias entre ellos bastante notables que, en síntesis, dividen a España entre comunidades con un gran dinamismo demográfico y comunidades en las que domina, por el contrario, una cierta atonía, tal como puede observarse en el mapa adjunto.

Dinamismo demográfico en España

  • Las provincias y comunidades más dinámicas (Madrid, Alicante, Málaga, Canarias, Baleares, etc.) crecen por encima de la media española debido a diversos factores, como son el mayor peso de una cultura más natalista, el dinamismo de la actividad económica, o el rejuvenecimiento demográfico por la inmigración.
  • Las comunidades con menor dinamismo demográfico (Castilla y León, Asturias, Galicia o Extremadura) suelen tener en común el envejecimiento de su población, que va ligado a tasas de crecimiento natural muy bajas o negativas. Su atonía se debe, entre otras cosas, al peso que la emigración ha tenido en estos territorios, el estancamiento económico tras la crisis de los años 70 y el consiguiente menor impacto demográfico de la inmigración en ellos.

1.2.2. Los movimientos migratorios

España, como ya hemos visto en capítulos anteriores, ha sido un país en el que ha dominado tradicionalmente la emigración. Sólo en las últimas décadas la inmigración ha llegado a tener un peso importante en su crecimiento demográfico. Por lo que se refiere a la distribución de la población en el territorio, cabe destacar el papel que, en el pasado, desempeñó el éxodo rural (migración del campo a la ciudad), aunque hoy se sitúe en valores muy bajos.
Para su análisis más detallado, podemos dividir las migraciones entre aquellas que se desarrollan dentro de las fronteras del estado, o interiores, y aquellas que tienen como origen o destino, otros estados, o migraciones exteriores.

  • Las migraciones interiores en la actualidad, a diferencia de lo ocurrido durante el siglo pasado, se caracterizan por una gran heterogeneidad en cuanto a perfiles y edades protagonistas, lugares de origen y destino, causas o motivaciones. Las más comunes tienen que ver con el fenómeno de la concentración de actividad económica en las grandes ciudades, que ha expulsado a cientos de miles de jóvenes de aquellas zonas más céntricas y mejor comunicadas, cuyos precios han quedado fuera del alcance de los sueldos medios. Atasco Madrid
    Se crean así los movimientos pendulares, desplazamientos de ida y vuelta de frecuencia diaria entre la residencia y el trabajo o lugar de estudio, o de frecuencia semanal por motivos  de ocio o estudio (fines de semana), movimientos que suelen ocasionar problemas de congestión de las vías de acceso principales.
    También es reseñable la pérdida de peso de las migraciones entre provincias o comunidades autónomas (salvo en el caso de Madrid y sus provincias vecinas), frente a las migraciones dentro de la propia comunidad autónoma e, incluso, de la propia provincia. Así mismo, también ha cambiado la migración entre municipios, siendo hoy los pequeños y medianos los que presentan saldos migratorios positivos frente a las capitales de provincia y grandes ciudades.
  • Las migraciones exteriores han tenido en España, tradicionalmente, la forma de emigración hacia América (hasta mediados del siglo XX) o hacia Europa (entre mediados de los años 1960 y 1975). Hoy en día, sin embargo, existe un claro predominio de la inmigración que, salvo durante los años más duros de la crisis, ha permitido un notable y constante crecimiento de la población española al implicar en ella a jóvenes y adultos jóvenes, en edad de tener hijos. construcción
    La necesidad de mano de obra vinculada al desarrollo de nuevos subsectores económicos o al resurgir de otros, como la construcción y el turismo, atrajeron gran cantidad de migrantes procendentes de hispanoamérica (con la ventaja de compartir el mismo idioma) o de Europa del este, especialmente de países miembros la Unión Europea. Las zonas de destino fueron, sobre todo, las grandes metrópolis como Madrid o Barcelona, y las áreas más dinámicas económicamente, en especial el eje Ebro-Mediterráneo y las zonas turísticas insulares.
    Como ya hemos indicado, desde el punto de vista demográfico, la inmigración tiene como consecuencia más importante, el haber generado un saldo migratorio positivo que, en los últimos años ha compensado el crecimiento natural negativo, para dar lugar a un importante crecimiento real de la población.

 

1.3. La estructura de la población española.

En la siguiente página se dan las pautas para el comentario de pirámides de población y un ejemplo de análisis y comentario de una de ellas:

https://geoblografia.com/?s=piramides

 

2. Los espacios urbanos en España

No es fácil definir, hoy en día, el término ciudad. Los rasgos que nos permitían calificar a un núcleo de población como urbano (alta densidad edificatoria, elevada población, diversidad funcional, actividades secundarias y terciarias, etc.) hoy también los podemos encontrar en áreas no urbanas. Si a ello unimos la existencia de grandes aglomeraciones producto de la fusión de varias ciudades, que se extienden por áreas cada vez más grandes, actualmente se tiende a hablar de fenómeno urbano.

Pamplona desde el aire

En cualquier caso, si tenemos que delimitar de alguna forma el concepto de ciudad, deberemos combinar criterios cuantitativos (10.000 habitantes en el caso de España), criterios cualitativos tradicionales (morfológico, funcional y sociológico) y el criterio espacial, que se basa en la capacidad para organizar el espacio que rodea a la ciudad, sobre el que ejerce una influencia clara y directa.

2.1. El proceso de urbanización

La ciudad actual es el resultado de una evolución en el tiempo, en la que han ido dejando su huella factores muy diversos. Entre ellos, cabe destacar las funciones que ha ejercido a lo largo de su historia (defensivas, religiosas, económicas, etc.), las actividades económicas a las que se han dedicado sus habitantes, el crecimiento de su población y de la superficie ocupada, el desarrollo tecnológico y el gusto estético de cada período, así como las vicisitudes históricas (Revoluciones, actuaciones urbanísticas, incendios, guerras, etc.) por las que ha atravesado.

A lo largo del último milenio, podemos afirmar que ha existido una tendencia a la concentración de la población española en las ciudades, denominada proceso de urbanización, que ha ido en paralelo al progresivo abandono del campo, o éxodo rural. Dicha tendencia fue apenas reconocible durante los siglos de la Edad Media y de la Edad Moderna, pero se acentuó a partir de mediados del siglo XIX, cuando tiene lugar el inicio de la industrialización y el proceso de urbanización se hace patente al superar la población urbana a la rural, hasta alcanzar en la actualidad el 80% del total.

sistema-urbano-15-638

Así, en España, el proceso de urbanización, se divide en dos grandes fases, además de una tercera que se refiere a los cambios que la ciudad actual experimenta de acuerdo con los procesos de terciarización y globalización de la economía:

  • La urbanización preindustrial: abarca desde los orígenes del fenómeno urbano en la península Ibérica, en época de las colonizaciones fenicia y griega (Cádiz, Ampurias, Cartagena, etc.), hasta mediados del siglo XIX. La mayor parte de las ciudades actuales aparecen en esta fase, consolidándose como tales, bien durante la dominación romana (Barcelona, Tarragona, Zaragoza, Lugo, Mérida, etc.), bien en la época medieval, tanto en las regiones musulmanas (Murcia, Almería, Badajoz, etc.) como en las cristianas (Oviedo, Burgos, Zamora, etc.) Durante la Edad Moderna, no aparecieron nuevas ciudades, sino que las existentes crecieron o se estancaron en función de las vicisitudes políticas y económicas por las que atravesaron, destacando en esta época Sevilla, Valladolid o Madrid. Esta última, convertida en capital del reino, creció hasta convertirse a principios del siglo XIX en la mayor de España.
    Al finalizar esta fase, la tasa de urbanización en España, rondaba el 10%.
  • La urbanización industrial: Abarca hasta finales del siglo XX y durante esta época la tasa de urbanización experimentó un gran crecimiento, hasta alcanzar casi el 75%. Los factores impulsores fueron de tipo administrativo (nueva división provincial y creación del nuevo estado liberal durante el siglo XIX) y económico-social, con los inicios de la industrialización y el éxodo rural.
  • La urbanización postindustrial: Desde comienzos de los años 80, se ha producido, por un lado, una clara desaceleración del proceso de urbanización (la tasa apenas ha aumentado desde entonces, aunque las áreas urbanizadas han seguido creciendo); por otro lado, cambios muy importantes en la morfología y el desarrollo de las ciudades, relacionados con los procesos de terciarización y de globalización de la economía, así como con nuevas prioridades como la sostenibilidad.

 

2.2. La morfología urbana

La morfología urbana es la fisonomía externa de la ciudad, que se genera a partir  del conjunto de volúmenes y vacíos que la componen y de la disposición espacial de los mismos.  Los volúmenes son lo edificios, los monumentos, los parques arbolados y las instalaciones de todo tipo, mientras que los vacíos estarían representados por las calles, avenidas, plazas y jardines. La morfología de una ciudad depende de muchos factores, entre los que destacan los siguientes:

  • El emplazamiento, o espacio concreto sobre el que se asienta la ciudad, el cual, a su vez, depende del medio físico (el relieve)y de la función original que desempeñaba la ciudad.
  • La situación, o posición relativa de la ciudad respecto a otros elementos del territorio (otras ciudades, vías de comunicación, costa, etc.) y que depende de la función que cumple la ciudad en ese territorio (administrativa, militar, comercial, etc.)
  • La construcción, que incluye la edificación (colectiva o individual) y la trama urbana (o disposición de los edificios).
  • Los usos del suelo: residencial, industrial, comercial, etc.

El Plano urbano es una representación de la ciudad en dos dimensiones, en la que se puede ver, en conjunto, la distribución de los espacios construidos (o cerrados) y los espacios libres (abiertos o de comunicación).  Los planos deben ser lo más detallados posible y en ellos aparece la información necesaria para conocer y controlar la ciudad. Existen tres tipos de planos básicos:

  • Irregular, en el que la trama no tiene ejes claros que organicen el espacio urbano y las calles se trazan de forma irregular.
  • Radiocéntrico, en el que la disposición de los espacios construidos y las calles se ordena a partir de un núcleo central.  De él parten, como radios, las principales vías de la ciudad, que son cortadas por otras que forman anillos en torno al centro.
  • Ortogonal, también llamado en cuadrícula o en damero, en el que las calles se disponen formando ángulos rectos al cruzarse unas con otras.

Observa el plano medieval de Aranda de Duero, el de Vitoria de 1846 y el actual de Valencia:  ¿Cuál crees que es la diferencia más relevante en la elaboración de dichos planos?  ¿Qué diferencias existen entre las tres ciudades, según su plano?  ¿Existe en el plano de Valencia algún sector que recuerde la trama urbana representada en el de Aranda o el de Vitoria?  ¿Cómo describirías la morfología del resto de la ciudad de Valencia?

Plano medieval de Aranda de Duero.

Plano de Vitoria de 1846

Plano de Valencia.

En el plano  queda visible, no solo la morfología general urbana, sino también las partes que constituyen la ciudad, cada una con unas funciones, una historia y una morfología diferenciadas, perfectamente reconocibles en él, como se aprecia en el último de los planos.

 

2.3. Estructura urbana

La estructura urbana es el conjunto de áreas interrelacionadas que componen una ciudad, diferenciadas por sus funciones y su morfología.  Se trataría del resultado final del proceso de urbanización, que habría ido añadiendo a la ciudad española, las siguientes áreas:

  • El casco antiguo, es decir la parte de la ciudad que se hereda de la época preindustrial y que, en muchas ocasiones, es el núcleo originario de la misma.  El hecho de haber estado rodeada de murallas le suele dar un carácter compacto, la carencia de medios de transporte numerosos y de gran tamaño hizo que las calles fueran estrechas y la trama irregular (Toledo, Córdoba o Granada.) o en cuadrícula en aquellas ciudades nuevas o con herencia romana (Tarragona, Briviesca o La Carolina).
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    Centro histórico de Segovia

    La industrialización introdujo en el casco antiguo algunas transformaciones importantes (derribo de las murallas, apertura de grandes vías y plazas, renovación de la edificación con estilos constructivos nuevos, etc.) como resultado de las nuevas necesidades y las nuevas técnicas y medios de transporte. Hoy en día son zonas de uso administrativo, comercial, cultural y/o turístico y con escasa población residente.

  • Ensanches burgueses y nuevos barrios, producto del surgimiento y expansión de la ciudad industrial en España, desde mediados del siglo XIX hasta el primer tercio del XX.
    a) El Ensanche  se construye siguiendo un plano en cuadrícula y responde al deseo de expansión urbana ordenada y planificada de la nueva burguesía industrial y comercial.  Los primeros y mejores ejemplos de ensanches en España son los de Barcelona y Madrid. Los proyectos iniciales de ensanches urbanos contemplan un uso fundamentalmente residencial, con una baja densidad edificatoria y amplios espacios verdes y de comunicación que ofrecieran a sus ocupantes (burgueses y clase media alta) una alta calidad de vida.  Sin embargo, a medida que el valor del suelo fue elevándose, la trama se densificó, la edificación se verticalizó (aumento del número de alturas de los edificios) y fue apareciendo un uso terciario del suelo (comercial y administrativo) que no estaba previsto inicialmente. Hoy en día, los sectores más céntricos, renovados estéticamente, se han convertido en zonas de alta calidad urbana  especializadas en el sector terciario.

    b) Los barrios obreros e industriales del extrarradio son el necesario complemento al ensanche burgués.  Lejos de éste, junto a las áreas industriales que fueron creciendo en las zonas del extrarradio, surgieron extensas barriadas que acogían a la población inmigrante procedente del campo (éxodo rural).  La trama y la tipología de los edificios de estos barrios eran muy variadas, yendo desde la autoconstrucción y la trama irregular hasta algunas zonas que eran planificadas por los gobiernos municipales o por los dueños de la industria, para albergar a las familias obreras con los servicios esenciales.

    chabolismo

    Chabolismo en algún lugar del extrarradio de Madrid, 1950. Hugo Willmar

    En la actualidad, el crecimiento de la ciudad ha convertido a muchas de estas áreas en espacios céntricos, lo que ha revalorizado el suelo que ocupan y ha impulsado su remodelación o, en el caso de las zonas industriales desmanteladas, la creación de nuevos barrios residenciales o de servicios.

    c) Los barrios o «ciudades» jardín, se concibieron en principio como zonas de residencia obrera y de clase media, a partir de un urbanismo «utópico» que quería recrear la vida en la naturaleza con el objetivo de buscar la felicidad de los residentes.En España hubo varias experiencias en distintas ciudades que tuvieron un éxito desigual, pero el ejemplo más desarrollado fue el de la Ciudad Lineal de Arturo Soria, en Madrid, que se articulaba en torno a una gran calle que contenía todos los servicios básicos, flanqueada por manzanas formadas por casas unifamiliares.  Aunque la idea era rodear toda la periferia madrileña, sólo llegó a construirse el sector noreste.  Actualmente, debido a la integración en el casco urbano de Madrid y la revalorización del suelo, las casas unifamiliares han ido siendo sustituidas por construcciones en altura y zonas comerciales.

    Ciudad Lineal de Arturo Soria.

  • La Periferia urbana actual.  El crecimiento urbano que se produce en España desde 1950, estuvo protagonizado por la expansión industrial y residencial.  Esta última responde a diferentes tipologías, en función de factores como la calidad ambiental, la comunicación con el centro de la ciudad y, por supuesto, el precio del suelo.  Así, tendríamos diferentes tipos de barrios: a) Barrios marginales de infravivienda o poblados de «chabolas», que surgen de forma espontánea en las áreas más marginales y de peor calidad ambiental de las ciudades durante el momento álgido del éxodo rural (década de los años 50). b) Barrios de viviendas de promoción oficial, construidos a iniciativa del estado para paliar en lo posible el problema de la inmigración masiva y el crecimiento de los barrios de chabolas.  Su mayor desarrollo se alcanzó entre los años 50 y 60. c) Poligonos de vivienda de promoción privada, surgidos a partir de 1960, generalmente compuestos por edificios de gran altura y de estructura geométrica.  Recientemente (años 80 y 90) han aparecido barrios de manzana cerrada, de mayor calidad y ocupados preferentemente por la clase media acomodada. d) Áreas de vivienda unifamiliary trama abierta, surgidas a partir de finales de la década de los 80, han adquirido una gran dimensión en las periferias urbanas de muchas ciudades españolas en los últimos años (y especialmente en áreas turísticas) muy ligada a la difusión del uso del automóvil.Hoy en día, en esta periferia urbana han surgido también nuevas áreas industriales (polígonos industriales, parques empresariales y parques tecnológicos), así como grandes centros comerciales y otras áreas de equipamiento (sanitario, educativo, etc.)

Sobre las siguientes imágenes, una vista por satélite y el plano de la ciudad de Pamplona, puedes probar a identificar cada una de las partes antes comentadas y explicar su forma, organización interna e integración con el resto de las partes de la ciudad:

Vista de satélite de Pamplona.

Vista de satélite de Pamplona.

Plano de Pamplona.

Plano de Pamplona.

Por último, el crecimiento urbano reciente, de la mano de la expansión económica que han experimentado algunas regiones y ciudades españolas, ha originado lo que se conoce como aglomeraciones urbanas, es decir, la fusión en un continuo urbano de diversos núcleos preexistentes.  Se distinguen los siguientes tipos:
a) Áreas metropolitanas, formadas por una ciudad principal y los municipios del entorno, como por ejemplo ocurre en Madrid, Barcelona o Bilbao).
b) Conurbaciones, formadas por el crecimiento paralelo de dos o más ciudades hasta unirse en un continuo urbano.  Cada ciudad mantiene su independencia desde el punto de vista económico y administrativo. En España son propias de zonas turísticas: un ejemplo lo tenemos en la conurbación Alicante – Elche – Santa Pola.
c) Regiones urbanas, que son aglomeraciones urbanas discontinuas formadas a partir del crecimiento de núcleos de diferente tamaño y funciones.  Un ejemplo lo constituye el centro de Asturias, con Gijón, Oviedo, Avilés, Mieres y Langreo.
d) Megalópolis, o aglomeración urbana suprarregional, constituida por ciudades, áreas metropolitanas, conurbaciónes  y regiones urbanas de diversa extensión e importancia.  En España podría considerarse como tal el eje mediterráneo (desde Gerona – Barcelona hasta Cartagena).

 

2.4. Problemas de las ciudades españolas y ordenación del espacio urbano

La expansión del fenómeno urbano hasta ocupar enormes extensiones de terreno y afectar a la mayor parte de la población, ha generado, especialmente en países desarrollados como España, problemas de diversa índole que podemos agrupar de la siguiente forma:

  • Problemas derivados de la aglomeración urbana, que se traducen en una excesiva presión sobre los espacios no urbanizados, la constante elevación del precio del suelo, y la creación, alrededor de las ciudades, de amplísimas áreas de abastecimiento y equipamientos que provocan congestión y dificultades para el tráfico y «devoran» grandes cantidades de agua, energía y otros recursos.
  • Problemas socioeconómicos. Además del mencionado aumento del precio del suelo, la terciarización ha generado en las ciudades una transformación de funciones y de usos del suelo de gran envergadura, que se ha saldado con problemas de desempleo, estrés, marginación, hacinamiento, delincuencia, desarraigo, etc. En los últimos años, la presión ejercida por el turismo y otras actividades terciarias en el centro de las ciudades, ha llevado al abandono y la pérdida de las funciones tradicionales de estas áreas, verdadera ¨esencia¨ de la ciudad.
  • Problemas medioambientales. Son, quizás, los más conocidos y preocupantes, al menos en el mundo desarrollado. Entre ellos, destacan la existencia de microclimas urbanos (islas de calor), la contaminación atmosférica (elevadas concentraciones de metales pesados), la contaminación acústica y lumínica, y la generación de cantidades enormes de residuos sólidos o líquidos de difícil eliminación.

Contaminación-en-Madrid-vista-desde-la-Avenida-de-América

La búsqueda de una solución a estos problemas pasa por la ordenación y planificación urbana. En este sentido, hay que tener en cuenta que, en la producción (o creación) del espacio urbano, intervienen diversos agentes, cada uno con diferentes intereses y objetivos. Son los propietarios y promotores del suelo, los empresarios industriales o de servicios, la ciudadanía y, finalmente, los poderes públicos.

El urbanismo sería la respuesta ordenada a dicho conflicto de intereses y a los problemas derivados de ello, mediante la aplicación práctica de principios teóricos viables, es decir, mediante la planificación. A lo largo de la historia reciente, sobre todo desde el gran crecimiento experimentado por las ciudades con la industrialización, se han puesto en marcha grandes planes de ordenación del espacio urbano, tal como se ha visto en el apartado correspondiente dentro del estudio de la estructura urbana. Producto de ello serían los ensanches burgueses, como tipo de actuación urbanística muy común a finales del siglo XIX en España, u otros de carácter más singular y experimental, como la ¨Ciudad Lineal¨de Madrid.

Posteriormente, a mediados del siglo XX, durante la dictadura franquista, se pusieron en marcha los planes de ordenación urbana impulsados por el estado. Se aplicaban sobre el conjunto de la ciudad y dividían a ésta en zonas a las que se asignaba una función concreta. En la actualidad, la planificación y el ordenamiento del espacio urbano se ha descentralizado: las autonomías tienen las competencias exclusivas en ese campo, y los municipios realizan el planeamiento urbano, de acuerdo con la legislación. Utilizan para ello, instrumentos como  los planes generales, que regulan y ordenan, para períodos de tiempo determinados, tanto los usos del suelo y la edificabilidad, como las infraestructuras y la protección medioambiental; los planes parciales, para áreas concretas; y los planes especiales, que suelen centrarse en la solución o la prevención de problemas concretos en distintas áreas de la ciudad, tales como la degradación de centros históricos o el aumento de la demanda de nuevas áreas comerciales, residenciales, etc. (en la imagen, el plan Castellana Norte, en Madrid, actualmente en proyecto)

Visita APR 10-09-2015

La fuente legal para todo este tipo de actuaciones se encuentra en la llamada Ley del Suelo, o conjunto normativo que establece las bases para la ordenación y la explotación económica de los terrenos calificados como urbanos. Dicha ley se va actualizando a medida que cambian las circunstancias y las necesidades de las ciudades, o bien en función de la orientación política que cada gobierno dé a las mismas. La actual data de 2008, corregida y actualizada en 2015.

En términos generales, la tendencia más importante en la planificación y ordenación urbana actuales, es la sostenibilidad socioeconómica y ambiental, ligada al desarrollo de las smart cities, o ciudades inteligentes. Se trata de conseguir en ellas un equilibrio entre los distintos elementos que componen la ciudad (población, gobernanza, actividades económicas, edificación, infraestructuras, etc.), utilizando para ello las nuevas tecnologías de la comunicación y la eficiencia energética.

 

2.5. El sistema urbano español

Entendemos por sistema urbano el conjunto de ciudades (nodos) y las relaciones que establecen entre sí (flujos) dentro de un país. Dichas relaciones suelen generar un reparto de las funciones que ejercen y, según su tamaño, establecer la cantidad y variedad que cada una puede ofrecer a la población que vive en su área de influencia. Todo ello, crea una clara jerarquía entre las ciudades dentro del sistema que, normalmente, suele depender de su tamaño o población.

 

3. Información complementaria

Veamos a continuación un análisis de la población española a partir de dos pirámides de población del año 2011, la de Murcia y la de Asturias:

Piramide murcia 2012

Piramide Asturias 2013

Ambas pirámides encajan dentro del modelo general de los países con un índice de desarrollo humano alto, que muestran una típica forma de urna.  Representan poblaciones que han finalizado su transición demográfica y se caracterizan por un reducido crecimiento natural debido a bajas tasas de natalidad y mortalidad, a lo que se unen una muy pequeña mortalidad infantil y una elevada esperanza de vida, todo ello signo de una mejora de la calidad de vida que es consecuencia, en primer lugar, del proceso de urbanización español, que se acelera desde los años 60 del siglo pasado, y en segundo lugar, del desarrollo del estado de bienestar a partir de los años 80.
Desde el punto de vista de la estructura por edad, se trata, como se puede comprobar por la gran anchura de los grupos de edad más avanzados, en la parte superior de ambas pirámides, de poblaciones envejecidas que, no obstante, experimentan un repunte de la natalidad en los últimos 10 años, que se muestra nítidamente en la base de las mismas, y que se debe, más que a un cambio de tendencia en la natalidad, al efecto de la llegada de miles de inmigrantes adultos jóvenes, en edad de tener hijos y/o con comportamientos más natalistas.
Desde el punto de vista de la estructura por sexo, es muy clara la disimetría que se produce entre los hombres y las mujeres en las edades adultas-viejas y viejas (a partir de unos 40 años) a favor de las mujeres. Ello es debido a diversas causas: biológicas, laborales, hábitos más saludables, etc. que, en conjunto, han hecho que las mujeres hayan estado menos expuestas a factores de riesgo de muerte.
Respecto a sucesos demográficos que quedan reflejados en el perfil de la pirámide, como entrantes y salientes en la misma, cabe mencionar los siguientes:
– El hueco en la generación de los nacidos durante la Guerra Civil, entre 70 y 74 años es mucho más nítido en Asturias que en Murcia, dado que en esta última puede haber muchos pensionistas que se ha trasladado a esta comunidad por motivos de salud y por su clima.  Más abajo, en el grupo de edad de 40 a 44 también se observa un pequeño entrante que se corresponde con los hijos de los anteriores.
– Otro hueco o, más bien, una discontinuidad importante, lo encontramos en los grupos de edad por debajo de los 20/25 años, que se corresponden a los nacidos en los años de mayor contracción de la natalidad en España, iniciado a finales de la década de los años 80, y que alcanza su mínimo en el grupo de 10 a 14 años.
– El saliente que más destaca en ambas pirámides es el que abarca los grupos de edad de 30 a 39 años, que se puede relacionar, por un lado, con el final de la etapa del «baby boom» retardado, y sobre todo, con la afluencia de inmigrantes en relación con el auge de la construcción, el turismo y la economía española en general de los años 95 a 2010.

Sin embargo, se observan también claras diferencias entre una y otra región.  Trata de identificarlas y explicarlas siguiendo las pautas del comentario anterior.

La dinámica demográfica y la estructura por edades.

El siguiente texto está extraído del blog de Julio Pérez, profesor de demografía del CSIC y en él encontramos algunas de las claves para entender el funcionamiento de la dinámica demográfica y, por lo tanto, de la estructura de la población de un territorio:

«¿POR QUÉ CAMBIA LA ESTRUCTURA POR EDADES?

Los factores que pueden hacer cambiar el peso de unas edades respecto a otras no son otros que los que pueden modificar el volumen total de la población: la mortalidad, la natalidad y las migraciones.

a) Aparentemente, el descenso de la mortalidad constituye una causa obvia de que cada vez más personas alcancen una edad avanzada. Sin embargo, esta obviedad es falsa. La humanidad en su conjunto ha visto mejorar sustancialmente sus probabilidades de supervivencia sólo a partir de mediados del siglo XVIII. Hasta entonces apenas se habían superado los treinta años de esperanza de vida (en España no se alcanzan los cuarenta años hasta la primera década del pasado siglo). Sin embargo, iniciado ya el rápido ascenso de la esperanza de vida, la población no sólo no envejeció, sino que aumentó el peso de los jóvenes. La explicación debe buscarse en la elevadísima mortalidad infantil imperante hasta entonces. Una vez iniciadas las mejoras, las muertes evitadas de recién nacidos y de niños contribuyeron a acrecentar el peso de estos en el conjunto de la población. Sólo muy recientemente, en aquellos países donde la mortalidad infantil es ya muy reducida, la lucha contra la mortalidad se ha concentrado en la otra etapa de la vida en que es elevado el riesgo, es decir, en las edades avanzadas. Ahora sí puede decirse que el descenso de la mortalidad tiene por consecuencia el envejecimiento de la población, pero conviene recordar que este no ha sido el caso siempre ni lo es actualmente en todas partes.

b) La natalidad sí tiene un efecto inmediato en la pirámide de edades. Si es elevada, ensancha automáticamente la base, rejuveneciendo la población. Si es reducida produce el efecto contrario y, de hecho, esa es la explicación fundamental de la rapidez del envejecimiento demográfico de la población mundial y, sobre todo, de la de los países más ricos.

La natalidad, al igual que la mortalidad, ha sido elevada en las poblaciones humanas hasta hace muy poco, precisamente para compensar las escasas probabilidades de supervivencia hasta la edad adulta. Sin embargo, en poco más de un siglo, se están extendido pautas de baja fecundidad, empezando por Europa y extendiéndose al resto del mundo.

c) Las migraciones influyen en la pirámide de población porque no se reparten por igual entre las diferentes edades. Especialmente las grandes corrientes migratorias de nuestro siglo han tenido por protagonistas a jóvenes en busca de trabajo. Los efectos para los lugares de origen no se limitan a la despoblación y a la escasez de jóvenes. En cambio, los lugares de destino han visto rejuvenecer su estructura por edades con los recién llegados y con sus hijos. Este fenómeno puede no ser muy apreciable en grandes unidades geográficas como los continentes o los estados, pero es tanto más importante cuanto menor sea la unidad de análisis, y se convierte en fundamental en pequeñas áreas como los municipios. Si quiere entenderse el gran envejecimiento de las áreas rurales y de interior de la mayoría de los países desarrollados, así como la relativa juventud de las zonas urbanas, no son la mortalidad o la fecundidad las que deben centrar el análisis, sino las migraciones.

Mención aparte merecen las migraciones de la tercera edad, especialmente las que siguen a la jubilación. Se trata de un fenómeno incipiente, con casos notables como la creación en Estados Unidos de alguna extensa zona residencial en Florida o en California, pero limitado a estratos sociales hasta ahora minoritarios y de escasa relevancia estadística en comparación con los cambios de estructura por edades producidos por las migraciones de los jóvenes. «

Esperanza de vida en España.

En Geografía, no todos los conocimientos que aprendemos son inmutables.  Con el paso del tiempo, algunas ideas que eran válidas para un país (o para el mundo en su conjunto)  en un determinado momento, dejan de serlo porque han cambiado algunos de los valores a partir de los cuales las deducíamos.

Así, por ejemplo, hemos estudiado recientemente que, en España, la esperanza de vida, siendo elevada en general, lo es en mucha mayor medida para las mujeres que para los hombres.  Intenta recordar las razones que aducíamos para explicar este fenómeno (¡Ojo, recuerda también que las mujeres no trabajaban menos que los hombres!)

Pues bien, ahora vas a leer este artículo del diario El País en el que se anuncian cambios de cara al futuro en relación a este asunto.  Pincha sobre el siguiente enlace para acceder al texto, amplía tus conocimientos sobre el tema y trata de imaginar qué se dirá sobre la esperanza de vida en España dentro de unos cuantos años.

Las implicaciones económicas de la demografía y de los movimientos de la población.

Por otro lado, dada la relación existente entre economía y dinámica de la población, este artículo del diario El País puede resultar muy interesante para encontrar las claves de la evolución reciente y futura de la población española:

pobreza españa

Hoy, un nuevo artículo sobre la población en España a uno de enero de 2013, con datos del padrón continuo de habitantes, refleja ya algunas de las consecuencias de lo anterior:

poblacion españa

Una novedad en la dinámica demográfica reciente de España: noticia que hay que leer atentamente y comentarla desde lo que conocemos acerca de las migraciones recientes en España.  Pincha en el siguiente enlace a la noticia en la web de RTVE:

Si hablamos de migraciones, podemos analizarlas desde el punto de vista del territorio que se abandona (emigración) y del que recibe a los migrantes (inmigración).  Lógicamente, la población de un lugar puede, al mismo tiempo, sumar  un número determinado de inmigrantes  y  restar otro diferente de emigrantes.  La diferencia entre ambos es el saldo migratorio que, sumado al crecimiento natural, da lugar al crecimiento real de una población.

España fue, tradicionalmente, un país emisor de población, es decir, un país de emigrantes. Al menos hasta los primeros años 70, cuando la crisis mundial de la energía, detuvo en seco el crecimiento económico de los países industrializados del norte de Europa y EE.UU y Japón y, por lo tanto, la emigración hacia ellos.
Tras casi dos décadas de saldo migratorio equilibrado en nuestro país,  a partir de mediados de los 90, se hizo patente un claro predominio de la inmigración que ha continuado hasta el estallido de la actual crisis económica.

Para poder entender las migraciones es necesario conocer sus causas y su relación con otros parámentros.  Así, en el caso de España, tres son las que explican en mayor medida el «boom» inmigratorio de las últimas dos décadas:

1) El atractivo de España como lugar de segunda residencia («subproducto» del turismo de sol y playa);

2) El crecimiento económico (basado principalmente en la construcción) que se inicia en la segunda mitad de los 90;

3) El envejecimiento demográfico y el aumento del nivel medio de cualificación de los trabajadores, que dio lugar a la disminución de la demanda de puestos de trabajo en los sectores básicos con empleo intensivo de mano de obra (agricultura, turismo y, una vez más, la construcción).

Era evidente que, ante una crisis duradera y de dimensiones globales, el crecimiento económico basado en una excesiva concentración de la actvidad en sectores muy sensibles, se vendría abajo. Una reducción drástica de la demanda no podía tener otra consecuencia que una adaptación a la baja de la oferta y, por lo tanto, quienes producían bienes y servicios (inmigrantes en el caso de los trabajos de menor cualificación) serían los primeros en empezar a quedarse en paro.

España dejaba de ser, a partir de ese mismo instante, un país atractivo para inmigrantes.  Y solo era cuestión de tiempo empezar a ver cómo trabajadores españoles cualificados en paro empezarían a hacer las maletas para marcharse a países con una estructura económica más sólida en busca de trabajo.

 

 

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