2º ESO: Geografía humana
Hemos visto como, durante la Edad Media, el poblamiento en Europa era mayoritariamente rural, es decir, la población se asentaba principalmente en pueblos y aldeas diseminadas por el territorio. Las ciudades eran escasas y poco pobladas, siendo muy raras las que superaban los 100.000 habitantes.
Por otro lado, las sociedades medievales no solo estaban sujetas a los peligros y miserias provocados por las guerras y conflictos que se sucedieron a lo largo de dicha época, sino que también eran diezmadas periódicamente por las malas cosechas y las hambrunas, las enfermedades y las miserables condiciones de vida. Todo ello hizo que la mortalidad (el número de defunciones) fuese muy elevada y, con el fin de mantener un cierto equilibrio en la población, las familias se veían obligadas a tener muchos hijos, es decir, a mantener una elevada natalidad. De esta forma, la población iba creciendo muy lentamente, y en períodos muy adversos, incluso llegaba a reducirse.
También pudimos comprobar como, desde finales de la Edad Antigua, al caer el Imperio Romano de Occidente, las migraciones de pueblos fueron algo común. Primero los germanos, después los vikingos, los turcos, los eslavos, etc. En la península ibérica, el movimiento migratorio más importante fue el protagonizado por miles de campesinos que, procedentes del norte cristiano, se fueron asentando en los territorios despoblados del valle del Duero y de otras zonas incorporadas por los reinos cristianos en su avance hacia el sur. A dicho movimiento se le conoce como Repoblación.
Más adelante, durante la Edad Moderna, la población continuó creciendo lentamente, puesto que las condiciones de vida para la mayor parte de la sociedad apenas cambiaron respecto a la Edad Media. Fue entonces cuando se inició la exploración y expansión de Europa por el mundo. Muchos europeos migraron a las tierras recién descubiertas en América, un flujo de población que fue incrementándose a medida que transcurrían los siglos XVI y XVII. A partir del siglo XVIII, la población europea inició un período de crecimiento más rápido, que se consolidaría en los siglos posteriores con el desarrollo en Europa de la Revolución Industrial, proceso que llevó aparejada una Revolución Urbana y un enorme éxodo rural que desplazó a millones de personas del campo a la ciudad. Hoy en día, la ciudad es el tipo de asentamiento más común en los países más desarrollados, mientras en el resto de países, éstas crecen a un ritmo casi frenético.
En definitiva, a través de estos datos históricos, comprobamos que, si queremos estudiar la evolución y el comportamiento de la población en el territorio, habremos de fijarnos en tres aspectos esenciales:
- En qué cantidad y de qué forma se reparte. Tenemos, por tanto, que analizar el grado de ocupación del territorio (densidad de población) y los tipos de asentamiento (poblamiento rural y urbano)
- Cuál ha sido la evolución hasta llegar al número de población actual, y qué movimientos experimenta, tanto por causas naturales (natalidad y mortalidad), como por desplazamientos (migraciones)
- Cuál es su composición o estructura, es decir, en que proporción encontramos hombres y mujeres, niños y ancianos, ricos y pobres, agricultores y representantes de otros oficios, etc.
1. La población mundial
La ciencia que estudia la población es la demografía. La geografía utiliza los conocimientos y los datos que nos ofrecen los demógrafos para estudiar cómo ocupamos el territorio y qué consecuencias tiene dicha distribución.
Así pues, deberemos estudiar en primer lugar, la evolución de la población hasta la actualidad. Pero, antes de empezar, conviene que conozcamos dos cuestiones previas: Cuáles son las fuentes que nos proporcionan datos demográficos y qué tipos de asentamiento de la misma existen, así como el significado de algunos términos con los que tendremos que familiarizarnos.
Por lo que se refiere a las fuentes demográficas, contamos con tres básicas:
- El censo de población: Es el recuento individualizado de la población de un país, que recoge, además de datos demográficos, otros de carácter económico, social y cultural. Se actualiza normalmente cada 10 años.
- El padrón municipal de habitantes es el registro de los vecinos de un municipio y también recoge otros datos de tipo socioeconómico. Se actualiza con cada cambio que se produce.
- El registro civil refleja, mediante su inscripción en un documento oficial, los nacimientos, matrimonios y defunciones que tienen lugar en un país.
En cuanto a la segunda cuestión, debemos decir que, aunque en el pasado han llegado a tener gran importancia, apenas quedan, hoy en día, sociedades nómadas. Más del 99% de la población mundial es sedentaria, es decir, está establecida en espacios concretos que pueden ser de dos tipos: rurales o urbanos. La población se reparte entre ambas áreas a partes iguales, aunque con un mayor ritmo de crecimiento en el caso de las urbanas.
- Áreas rurales: son aquellas en las que suele haber escasa población asentada dedicada principalmente a las tareas agrícolas, y en equilibrio con el medio natural.
- Áreas urbanas: Son las ciudades y sus áreas circundantes, en las que se acumulan grandes concentraciones de población y numerosas actividades económicas, lo que da lugar a graves problemas de congestión y contaminación.
Por último, para poder comprender la dinámica, es decir, el funcionamiento de una población, es preciso manejar los siguientes conceptos:
- Densidad de población: es la cantidad de personas que viven por kilómetro cuadrado en un territorio. En España es de unos 93,5 hab./Km2.
- Natalidad: es el fenómeno de los nacimientos. Para poder operar con él establecemos las siguientes tasas e índices:
- La Tasa Bruta de Natalidad (TN), que es el número de nacidos vivos en un año, en un territorio concreto, partido por la población total y multiplicando el resultado por 1.000, para así obtener una tasa por cada mil habitantes.
- El índice sintético de fecundidad lo utilizamos para afinar aún más la información, podemos establecer el llamado , que es el número medio de hijos por mujer en un país o área concreta. Para poder garantizar el remplazo de una generación por otra, éste debe ser, como mínimo, de 2,1 (actualmente, en España, es de 1,2)
- Mortalidad: es el fenómeno de las defunciones o muertes. Operamos con la mortalidad a partir de las siguientes tasas:
- La Tasa Bruta de Mortalidad (TM) es el número de fallecidos, en un año en un territorio concreto, partido por la población total y multiplicado por mil.
- Como la incidencia de determinados factores relacionados con la pobreza puede ser muy intensa en algunos países, elaboramos también una Tasa de Mortalidad Infantil, que es el número de fallecidos entre 0 y 1 año de vida, partido por el número total de nacimientos en un año y multiplicado por 1000.
- La Esperanza de Vida, es la media de la edad a la que espera poder llegar una persona en el momento de su nacimiento. Es tanto más elevada cuanto menores son la TM y la tasa de mortalidad infantil. En España se encuentra en torno a los 80 años.
- El Crecimiento Natural o vegetativo es la diferencia entre la natalidad y la mortalidad. La tasa de Crecimiento Natural (TCN) sería, por lo tanto, la diferencia entre la TN y la TM, aunque expresada en porcentaje, por lo que deberemos desplazar la coma un espacio hacia la izquierda.
- Migraciones: Son desplazamientos de la población entre unos lugares y otros. A los movimientos de salida se les denomina emigración; a los de entrada o llegada, inmigración; la diferencia entre ambos, dentro de un territorio concreto, se denomina saldo migratorio, que puede ser positivo o negativo según domine la inmigración (como ocurre en España) o la emigración (por ejemplo, en Marruecos).
- Crecimiento Real de la población (CR): Es la suma del crecimiento natural de una población y el saldo migratorio, cada uno con su signo.
1.1. Evolución, tamaño y distribución de la población mundial
Actualmente somos unos 7.750 millones de habitantes en todo el mundo y crecemos a un ritmo tan rápido que nos situará por encima de los 10.000 millones dentro de unos 35 años.
Hasta llegar a estas cifras, podemos observar en el gráfico que la humanidad creció muy lentamente durante la mayor parte de sus historia. A partir del siglo XIX, coincidiendo con la llamada «Revolución Industrial», algunos países europeos comenzaron a elevar su ritmo de crecimiento de forma notable. Pero en la segunda mitad del siglo XX, cuando Europa y Norteamérica comenzaban a frenar su crecimiento, el resto de países del mundo lo aceleraron de forma exponencial, hasta llegar a las cifras actuales.
A este respecto, las preguntas que nos debemos hacer son tres:
- ¿Cómo crece la población humana?
- ¿A qué se ha debido esta auténtica «explosión demográfica» vivida durante el último siglo?
- ¿Dónde vive la población?
1.1.1. El crecimiento de la población
En principio, las variaciones en el tamaño de una población vienen determinadas por el Crecimiento Natural, es decir, por la diferencia entre su natalidad y su mortalidad. A lo largo de nuestra historia, como veíamos antes, esta diferencia ha sido muy pequeña, porque, aunque nacían muchos niños, la mortalidad era muy elevada, sobre todo la mortalidad infantil. Además, frecuentes hambrunas, epidemias o guerras, daban lugar a episodios denominados de mortalidad catastrófica y, como resultado de ello, la esperanza de vida era muy baja (no superaba, en ningún caso, los 30 años).

Peste Negra en el siglo XIV
Durante varios milenios, por lo tanto, la humanidad creció a un ritmo muy lento. Salvo excepciones, la gente siempre vivía en el límite de la subsistencia y sin ningún tipo de cuidados médicos ni higiénicos. Así, cualquier problema de los arriba mencionados, provocaba un aumento inmediato de los fallecimientos que se sumaba a una mortalidad ya de por sí elevada. A este modelo de crecimiento lo denominamos Régimen Demográfico Antiguo y, a grandes rasgos, es el que ha predominado en el mundo hasta el siglo XIX.
Todo empezó a cambiar a lo largo del siglo XVIII, cuando llegaron los primeros frutos de los avances científicos de la Edad Moderna, durante la llamada época de la Ilustración. Primero en Inglaterra y, después, en otros países europeos, la higiene, la medicina, los avances en las técnicas agrícolas y el menor impacto de las guerras, tuvieron como principal consecuencia un descenso de la mortalidad. Ello tuvo, a su vez, un efecto notable: la diferencia entre la natalidad (que seguía siendo alta) y la mortalidad, aumentó, y por lo tanto, el crecimiento de la población, también.

Exhibición del globo aerostático de los hermanos Montgolfier (París, siglo XVIII)
Posteriormente, al elevado crecimiento natural se añadió el efecto que tuvo la progresiva mecanización de las tareas agrícolas, que expulsó a una gran cantidad de mano de obra del campo, lo que dio lugar a un importante éxodo rural, es decir, a una migración masiva de habitantes del campo hacia las ciudades. En estas últimas, por entonces, estaban surgiendo las primeras fábricas que, gracias a la recién descubierta máquina de vapor y usando el carbón como fuente de energía, serían la avanzadilla de la denominada Revolución Industrial que se desarrollaría, sobre todo, a partir del siglo XIX.

Nueva York a finales del siglo XIX
La afluencia de gente a las ciudades fue el comienzo de un fenómeno importantísimo en la historia de la población que se conoce con el nombre de Revolución Urbana. Aunque las condiciones de vida en los primeros años de este éxodo eran poco saludables, con el tiempo se fueron añadiendo servicios sociales e infraestructuras (redes de saneamiento, servicios médicos, educación, etc.) que aceleraron el fuerte descenso de la mortalidad que ya había comenzado en el siglo anterior. Pero, sobre todo, tuvo un efecto crucial: comenzó a descender la natalidad hasta situarse en cifras ligeramente por encima de la mortalidad. Ello se debió a que en las ciudades, a diferencia del campo, los niños representaban más una carga económica que una ayuda, a pesar de que aún se permitía el trabajo infantil, aunque muy mal pagado.
El resultado fue que, desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, a medida que mejoraban los servicios sanitarios (generalización de las vacunas, hospitales, etc.) y la higiene, en los países industrializados de Europa y Norteamérica, se fue estableciendo un nuevo patrón de crecimiento de la población, basado en unas tasas muy bajas, tanto de natalidad como de mortalidad. Lo denominamos Régimen Demográfico Actual, y se caracteriza por un bajo crecimiento de la población, una muy baja mortalidad infantil y una elevada esperanza de vida.
1.1.2. La Transición Demográfica
Como ya indicábamos en el apartado anterior, el proceso descrito se refiere a algunos países de Europa y Norteamérica, que serán los primeros en alcanzar el régimen demográfico moderno. No obstante, aunque la época y el ritmo del tránsito de un régimen a otro varía entre países, dicho proceso se lleva a cabo en cuatro etapas, como se puede observar en el gráfico inferior.
La primera y la cuarta etapas se corresponden con el régimen antiguo y el régimen moderno, respectivamente. Las dos intermedias constituyen las dos fases de lo que denominamos la transición demográfica. Con este nombre denominamos al proceso por el cual se pasa del Régimen Demográfico Antiguo al actual, con las características que hemos estudiado arriba. Se desarrolla en dos fases, como decimos:
- En la primera fase de la Transición, se produce el descenso de la mortalidad (debido a las causas ya comentadas arriba), mientras la natalidad se mantiene alta. Ello supone un aumento de la diferencia entre ambas y, por lo tanto del crecimiento natural. La población crece a un ritmo cada vez más elevado.
- En la segunda fase de la Transición, comienza a reducirse la natalidad hasta acercarse a la mortalidad. La diferencia entre ambas, aunque se va reduciendo, sigue siendo alta y, por lo tanto también lo es el crecimiento natural. La población sigue creciendo, pero cada vez a un menor ritmo.
De esta forma es como los países acceden al régimen demográfico moderno y, en todos los casos, se produce un elevado incremento de la población durante la transición demográfica. Durante el siglo XX, unos cuantos países del mundo pasan por este proceso, como es el caso de España entre 1900 y 1975; otros muchos comienzan la transición en la segunda mitad de siglo y, por lo tanto, algunos aún continúan en él, especialmente en África y el Suoreste de Asia (Oriente Medio) que están creciendo aún a un ritmo muy elevado.
1.1.3. La distribución actual de la población mundial
El rasgo principal que caracteriza la distribución de la población en el planeta es la existencia de fuertes contrastes entre áreas con elevadas densidades, en las que se concentra mucha población, y grandes espacios vacíos en los que vive muy poca gente, con densidades inferiores a 10 hab./km2. Además, se trata de un reparto muy desigual, porque más del 70% de la población se concentra en el 10% de las tierras emergidas. Lo podemos observar en el mapa siguiente. Trata de enumerar las áreas más pobladas del planeta indicando los países en los que se encuentran.
Son varias las causas que explican esta distribución y tienen que ver con los siguientes factores:
- El medio natural: áreas llanas, con agua suficiente y suelos fértiles, a nivel del mar y con climas templados y húmedos, son las que están más pobladas porque, tradicionalmente eran las que podían alimentar a grandes poblaciones. Son los casos de Egipto, la India, el Sureste Asiático, Europa Occidental, etc.
- Los recursos naturales y el desarrollo económico al que su explotación da lugar, así como las posibilidades de comunicación y transporte, son factores de tipo económico muy importantes para explicar grandes concentraciones de población, tal como sucede en la región de los Urales (Rusia), en la costa Este de EE.UU. o en Centroeuropa.
- La antigüedad del poblamiento también puede explicar la elevada población de muchos lugares, ya que la gente, salvo causas de fuerza mayor, suele tender a permanecer en el mismo territorio en que ha nacido. Es lo que sucede en buena parte de Oriente Medio o en algunas zonas del Mediterráneo.
- Las decisiones y conflictos políticos también son importantes para entender el poblamiento de muchas áreas del planeta, producto de decisiones tomadas por gobernantes con el fin de poblar distintas zonas del país, o como resultado de desplazamientos forzosos debidos a conflictos políticos. Ejemplos los tenemos en Rusia Oriental (Siberia) o en algunas regiones de China.
1.2. Los movimientos de la población
A continuación analizaremos la dinámica demográfica, es decir, los movimientos naturales y migratorios que experimentan las poblaciones. En el cuadro inferior tenéis una síntesis de los conceptos que vamos a desarrollar.
1.2.1. Los movimientos naturales de la población
Son las variaciones que se producen, por causas naturales, en el número de efectivos de una población. Son la natalidad y la mortalidad, cuyas definiciones y las tasas que se derivan de ellas ya vimos arriba. La diferencia entre ambas es el crecimiento natural, que determina cuánto ha crecido una población al cabo de un año por causas naturales.
La Natalidad
En el mundo actual, como podemos ver en el mapa, la tasa de natalidad (expresada en nacimientos por cada mil habitantes) varía mucho de unos países a otros, dependiendo de si están en plena transición demográfica o bien se hayan instalados en el régimen demográfico moderno.
Vamos a considerar alta una tasa de natalidad (TN) que supere el 30%º, media o moderada cuando se sitúa entre el 20 y el 30%º, y baja cuando es inferior al 20%º.
- Los países con una TN elevada (en tonos amarillo, naranja y rojo) se encuentran situados, como podemos observar, en África y, en menor medida, en el Suroeste de Asia. Son países poco desarrollados cuyas economías aún mantienen una gran dependencia de la agricultura, especialmente de subsistencia, lo que requiere mucha mano de obra y, en consecuencia, la natalidad es elevada. El índice de fecundidad, o número medio de hijos por mujer, es muy alto, en torno a 5, por lo que se suelen poner en marcha, por parte de algunos estados, medidas antinatalistas (distribución de métodos anticonceptivos, exención de impuestos a las familias menor numerosas, etc.), que disuadan a la población de tener tantos hijos y poder educarlos mejor. Normalmente estos países se encuentran en la 2ª fase de la transición demográfica, con una tendencia al descenso de la natalidad que pronto reducirá esta tasa.
- Los países con una TN baja son los países más desarrollados de Europa, Norteamérica, Asia Oriental y Oceanía. En ellos, el coste de la crianza y educación de los niños es demasiado elevado como para tener muchos hijos, además de que la incorporación de la mujer al trabajo tampoco lo suele facilitar. Por ello, tienen un índice de fecundidad bajo o muy bajo, generalmente por debajo de 2, lo cual supone que no hay remplazo generacional, es decir que cada nueva generación será más reducida que la precedente. Para tratar de elevar el número de hijos por mujer, muchos países adoptan políticas natalistas para fomentar la natalidad, tales como ayudas económicas a las madres y a las familias numerosas, períodos de licencia amplios, medidas de conciliación entre los horarios laborales y familiares, etc.
La Mortalidad
En términos generales, podemos afirmar que la mortalidad es baja en todo el mundo y presenta menos variaciones que la natalidad, debido, sobre todo, a la difusión de la medicina moderna y de unos sistemas sanitarios mínimamente equipados. Sin embargo, aún sigue habiendo países con una elevada mortalidad infantil, lo que es un reflejo de un escaso nivel de desarrollo económico, que no permite aún garantizar la seguridad en los partos, más aún teniendo en cuenta que muchas mujeres viven en entornos rurales, muy alejadas de hospitales o centros de salud. Esta elevada TMI implica que la esperanza de vida no sea demasiado elevada (dado que la muerte de niños de menos de un año baja mucho la media)
Vemos que los países con mayores tasas de mortalidad los encontramos en África, pero también en Europa y Asia Nororiental. En el primer caso la TM media alta se debe a las condiciones de vida de la población y a la escasez de servicios médicos e higiénicos. En el resto de países, la causa se encuentra en el envejecimiento de la población. Debido a la elevada esperanza y calidad de vida, la población de riesgo (ancianos) aumenta y, por lo tanto, la mortalidad también.
El Crecimiento Natural en el mundo y sus grandes contrastes
Como resultado de todo lo anterior, podemos concluir que el crecimiento natural en el mundo es muy diverso según los territorios. Hay diferencias muy claras entre países desarrollados y países en desarrollo. Podemos ver estas diferencias con claridad en el mapa inferior.
Llama la atención el hecho de que este mapa parezca el negativo de aquel que muestra los países según su índice de Desarrollo Humano (IDH). Observamos ambos, los comparamos y sacamos conclusiones al respecto.
- Los países con mayor IDH disponen de un mayor nivel de renta, una economía tecnológica y mejores y más modernos servicios educativos y sanitarios, lo que contribuye, tanto a reducir el número de fallecimientos tempranos (tienen una mortalidad infantil casi inapreciable), como a elevar la esperanza de vida, algo que solo se puede conseguir con un índice de fecundidad bajo, es decir, con un número de hijos por mujer que se sitúa en torno a 2. A pesar de las medidas natalistas que algunos ponen en marcha, cuentan con un crecimiento natural bajo, como ocurre en la mayor parte de los países de Europa.
- Por el contrario, los países con menor IDH son, en general, países en desarrollo, con sociedades rurales que viven aún de una agricultura de subsistencia que requiere muchos brazos (mano de obra), con culturas muy influidas por religiones o tradiciones natalistas, y con pocos medios económicos para extender por todo el territorio los servicios sociales básicos, por lo que se mantiene una natalidad elevada. Por otro lado, los programas internacionales de ayuda e intervención médico sanitaria, así como la difusión de una medicina barata pero efectiva, han logrado reducir la mortalidad general, aunque no tanto la mortalidad infantil, como decíamos arriba. El resultado es que la diferencia entre ambas da lugar a un crecimiento natural medio o alto, en torno al 2% anual, que permite doblar la población de un país en 50 años. Otro efecto notable es la gran abundancia de niños y jóvenes (son «países jóvenes«) que dará lugar a un crecimiento elevado durante varias décadas aún. África es el continente donde se encuentran la mayor parte de estos países y, por lo tanto, el que más va a crecer en las próximas décadas.
1.2.2. Los movimientos migratorios
La población de un lugar también varía debido a la llegada (inmigración) o a la marcha (emigración) de individuos llamados migrantes. El resultado, como ya veíamos en el inicio de este tema, es el saldo migratorio, es decir, la diferencia entre el número de inmigrantes y el de emigrantes. Las causas por las cuales la gente se desplaza de unos lugares a otros son muy variadas y este es el principal criterio de clasificación de las mismas. Otros criterios son el alcance o destino de las mismas, su duración y su grado de voluntariedad. Se puede ver en el esquema siguiente:
Si nos atenemos a las causas o motivos de las migraciones, en los últimos años están cobrando especial relevancia dos tipos de movimientos: los provocados por las catástrofes naturales, cada vez más ligadas a los efectos del calentamiento global, y los provocados por guerras y conflictos políticos. En el mapa siguiente se puede ver la distribución de refugiados en el mundo y sus lugares de origen.
Ambas crean enormes bolsas de desplazados o refugiados que no pueden volver a sus lugares de origen por razones evidentes, para las cuales hay que buscar soluciones globales. Para más información sobre este tema, puedes clicar en el siguiente enlace a una entrada del blog:
https://geoblografia.com/2017/12/12/la-globalizacion-y-el-crecimiento-de-las-migraciones-internacionales/
Por otro lado, las migraciones que mayores volúmenes de población desplazan en la actualidad tienen, sin embargo, causas económicas. Son el éxodo rural, que está desplazando millones de habitantes de las áreas rurales a las urbanas, y los llamados movimientos pendulares, que son desplazamientos de ida y vuelta que se producen de forma periódica, entre el lugar de residencia y el de trabajo, normalmente en el entorno de las grandes ciudades.
Por lo que se refiere a los grandes flujos migratorios internacionales, propios de un mundo globalizado, en general, podemos afirmar que la mayoría de ellos se producen entre los países del sur y los del norte, es decir, entre los países más desarrollados, con déficit demográfico y necesitados de mano de obra, y los menos desarrollados, con gran crecimiento demográfico y una débil estructura económica. Lo podemos observar en el mapa siguiente.
1.2.3. El crecimiento real de la población
Así pues, al cabo de un año, la población de un país o territorio habrá variado en función de la suma (cuando ambos son positivos) de su crecimiento natural (o vegetativo)y su saldo migratorio. El resultado es su crecimiento real. Normalmente, el crecimiento real de los países desarrollados o de elevado IDH, es el resultado de un escaso crecimiento natural que se compensa con un saldo migratorio positivo, debido a los flujos de inmigración hacia él. Y, a la inversa, el de los países menos desarrollados suele ser producto de un elevado crecimiento natural compensado con una fuerte emigración de sus habitantes hacia países más ricos, es decir, con un saldo migratorio negativo. Veamos la evolución del crecimiento real de la población española y su situación actual en España, a partir de una nota de prensa del INE (Instituto Nacional de Estadística) de enero de este año, a la que podéis acceder haciendo clic en la imagen.
1.3. La estructura de la población
Por último, pasaremos al estudio de la composición o estructura de la población, es decir, del conjunto de grupos que componen una comunidad humana amplia y de las relaciones que se establecen entre ellos. Para establecer dichos grupos necesitamos criterios diferenciadores. Aunque tradicionalmente se han usado algunos poco fiables como la raza, la religión, el idioma u otros, actualmente los más usados, por la información que aportan, son el sexo, la edad y la actividad económica. En el siguiente esquema, vemos los grupos que se pueden establecer a partir de estos tres criterios:
1.3.1. La composición por sexo y por edades de la población
Composición por sexo
Generalmente, las poblaciones tienden a estar equilibradas en cuanto a su distribución por sexos. Es decir, aproximadamente suele haber el mismo número de hombres que el de mujeres. No obstante, hay factores que introducen distorsiones en esta situación. Son los siguientes:
- Nacen más niños que niñas (105 niños por cada 100 niñas), sin que esté clara la razón de ello.
- La emigración y la inmigración no suelen afectar por igual a hombres y a mujeres, por lo que también suelen desequilibrar, a partir de la edad adulta, la igualdad que debería haber, sobre todo en el caso de las migraciones por motivos económicos.
- La mayor longevidad de las mujeres, produce un desequilibrio importante a favor de éstas entre las edades más avanzadas (a partir de 60 años). Ello puede ser debido a varias razones, entre las que cabe destacar la tradicional difusión entre los hombres de hábitos de vida poco saludables, tales como fumar, beber alcohol, etc.
No obstante lo anterior, en el conjunto de la población mundial se contabiliza un mayor número de hombres que de mujeres, lo que es indicativo de algún tipo de factor añadido de tipo cultural (machismo y maltrato, infanticidio femenino en algunos lugares, condiciones higiénicas y sanitarias en los partos, etc.) que perjudica a las mujeres, especialmente en los países menos desarrollados.
Composición por edades
En función de la edad, la población puede ser joven (hasta 14 años), adulta (entre 15 y 65) y vieja (más de 65 años). El grupo de adultos, a su vez, lo podemos subdividir entre adultos jóvenes (entre 15 y 40 años) y adultos viejos (entre 40 y 65 años). Lo normal, en una población equilibrada, sería que los grupos de edades jóvenes y adultos jóvenes, constituyesen la mayor parte de la misma, siendo minoría los de adultos viejos y viejos.
Sin embargo, no siempre ocurre así, debido a las variaciones y diferencias que se producen en la natalidad y la mortalidad, ya estudiadas. Teniendo en cuenta que la población adulta, independientemente de las circunstancias, siempre es la dominante, para medir el mayor o menor peso de los jóvenes o de los viejos en un país, se utilizan el índice de juventud y el índice de envejecimiento, que son, respectivamente, el porcentaje de jóvenes o de viejos sobre el total de la población. Según estos índices podemos establecer la siguiente clasificación entre países o territorios:
- Países jóvenes: Son aquellos cuyo índice de juventud suele superar el 30% y se corresponden con países con un IDH bajo, elevada tasa de natalidad y escasa esperanza de vida. Los encontramos en África y, en menor medida, en Asia y América Latina.
- Países viejos: Son aquellos cuyos índice de envejecimiento es superior al 15% y se corresponden con países con un IDH elevado, baja tasa de natalidad y alta esperanza de vida. Son países de Europa, Norteamérica y algunos de Asia oriental.
- Países adultos: son aquellos que no presentan porcentajes elevados ni de juventud ni de envejecimiento. Suelen ser países emergentes o en desarrollo que se encuentran en una situación de transición entre las dos anteriores.
Las pirámides de población
Con el fin de comprender gráficamente la estructura por sexo y edad de la población y poder establecer comparaciones entre distintos países, o bien estudiar la evolución de una población a lo largo de su historia reciente y hacer proyecciones de futuro, se utilizan las pirámides de población (o de edades). En ellas representamos la distribución por sexo y edad de dicha población en un año concreto. Es como una foto fija de la población que nos permite estudiar y comprenderla en ausencia de movimientos que nos distraigan.
Existen tres grandes modelos de pirámides, que están en relación con el régimen demográfico de cada país, es decir, con el comportamiento de su natalidad y mortalidad y, en consecuencia, con su crecimiento natural. Estos tres modelos son los siguientes:
Hay que tener en cuenta que tres tipos de pirámides son modelos, por lo tanto, no son situaciones reales, aunque haya algún país que se aproxime a ellas. Lo que debemos hacer cuando comentamos pirámides es comprobar a cuál de ellos se acerca más y tomarlo como guía en nuestro comentario.
Una pirámide de población, en realidad, consta de dos gráficos de barras yuxtapuestos (uno junto a otro) que comparten el mismo eje vertical, y en el que cada barra representa la cantidad de mujeres y hombres de una determinada edad o intervalo de edades, normalmente de 5 en 5 años, como podemos ver en la imagen de la pirámide española de 2018. Vemos que se correspondería con el modelo de bulbo, con las características que ello conlleva. Si la analizamos con detenimiento, podemos observar varias cosas interesantes, al hilo de las cuales se nos ocurren varias preguntas:
- Si al gráfico lo denominamos «pirámide» y, por lo tanto, visto de frente debería tener forma triangular, ¿por qué no tiene una base más ancha que la parte central, como sería lógico? Tú mismo podrías responder a esta pregunta recordando los contenidos anteriores. Si las barras más bajas representan edades jóvenes y España, como país desarrollado que es, tiene una baja tasa de natalidad, la base de la pirámide tienen que ser estrecha porque nacerán pocos niños en relación al total de la población,
- Entonces, ¿por qué la parte o cuerpo central de la pirámide es tan ancha? Esta pregunta tiene una doble respuesta.
En primer lugar, porque 40 o 50 años atrás la tasa de natalidad en España era más alta que hoy y, en consecuencia, nacían muchos más niños que, con el correr del tiempo, se han convertido en un grupo de adultos bastante numeroso.
En segundo lugar, porque en un país con escasa natalidad y elevado desarrollo, lo normal es que, al faltar mano de obra autóctona, se produce una gran afluencia de inmigrantes. Y estos suelen ser adultos jóvenes en edad de trabajar, por lo que engrosan estos grupos de edad en la pirámide. - La pirámide muestra una progresiva reducción de las barras a medida que las edades son mayores. ¿Por qué hablamos de envejecimiento de la población, entonces? Por una sencilla razón: porque si comparamos el volumen representado por las barras de los grupos de edad de más de 65 años con el de los de menos de 15, vemos que hay más población vieja que joven y por ello decimos que España es un país en proceso de envejecimiento.
Además, podemos observar también rasgos propios de la mayor parte de las pirámides, como son el mayor número de nacimientos de niños que de niñas, o el desequilibrio que se produce en las edades avanzadas a favor de las mujeres que, en algunos grupos de edad, son hasta más del doble de la cantidad de hombres.
Por último, también nos podemos fijar en el perfil de la pirámide y observamos entrantes y salientes que se pueden deber a diferentes causas (emigración/inmigración, guerras, políticas natalistas o antinatalistas, etc. En el caso de la pirámide de España, por ejemplo, destaca el estrechamiento en los grupos de edad en torno a 20 años, que coincide con los hijos de los que decidieron reducir y posponer la natalidad, o el ligero ensanchamiento de los grupos entre 5 y 14 años, que coincide con el repunte de la natalidad por la gran afluencia de inmigrantes en edad de tener hijos.
Después de lo dicho sobre la pirámide de España de 2018, trata de comentar las dos pirámides siguientes, la primera de 40 años atrás (1976) y una proyección de cómo será 40 años más tarde (2056). Compáralas con la pirámide actual.
1.3.2. La estructura económica de la población
La población también puede clasificarse, desde un punto de vista económico, en dos grandes grupos: activos y no activos.
- Población activa: es el conjunto de personas de 16 años o más que suministran la mano de obra necesaria para trabajar en la producción de bienes y de servicios. Se subdivide en dos grupos:
- Población activa ocupada o empleada, es decir, el número efectivo de personas que tienen un contrato de trabajo o lo hacen como autónomos, en el momento de hacer la encuesta; y
- Población activa desocupada, en paro o desempleada, es decir, el número de personas que están buscando activamente empleo pero que en el momento de la encuesta, no tienen ningún contrato de trabajo en vigor.
- Población no activa: aquella que no realiza ningún trabajo remunerado ni se encuentra en condiciones de hacerlo, por ejemplo pensionistas, estudiantes, personas que en la familia han decidido trabajar en el hogar, rentistas, etc.
La población activa, a su vez, puede estar ocupada en cualquiera de los tres sectores de la economía: primario (agricultura, ganadería, etc), secundario (industria y construcción) y terciario (transporte, comercio, turismo, sanidad, etc.) Dependiendo de cuál sea el grado de desarrollo de un país, predominará uno u otro, aunque en la actualidad, en casi todos domina ampliamente el sector terciario o de servicios. En el caso de España, como vemos en el gráfico, se cumple lo dicho con exactitud.
Nuestro país responde al modelo propio de los países desarrollados, que presenta diferencias con el de los países en desarrollo, tal como vemos a continuación:
- En los países más desarrollados, el sector primario está muy poco representado (generalmente por debajo del 5%) porque se ha producido una gran mecanización de las labores agrícolas y una reducción del número explotaciones con el consiguiente aumento de su tamaño medio. El sector secundario (industria) se ha visto reducido en las últimas décadas por la «deslocalización» de la producción, es decir, el traslado de fábricas a países con salarios más bajos, pero mantiene aún porcentajes entre el 20 y el 30%. El sector terciario es el dominante, gracias al aumento del nivel de vida y de la demanda de servicios por parte de la población. Se trata de un proceso que se conoce como «terciarización» de la economía.
- En los países menos desarrollados, el sector primario aún mantiene altas cifras de empleo, generalmente por encima del 20%, dado que aún se utiliza poca maquinaria y mucha mano de obra en las tareas agrícolas. El sector secundario está creciendo actualmente, debido a que muchas empresas instalan en estos países sus plantas de producción por los bajos salarios que cobran sus trabajadores, pero no suele superar aún el 20%. También en estos países suele ser el sector terciario el que más empleo genera, por encima del 50%, aunque basado en servicios de inferior calidad.
Dentro de este grupo, hay un tipo de países, los llamados emergentes, en los que la industria (sector secundario) suele estar muy representada, incluso por encima del 30%, con un sector terciario que también crece de forma rápida y un sector primario claramente en declive.
Todos estos datos son recogidos periódicamente en España por la Encuesta de Población Activa (EPA) que es el instrumento que nos permite medir no sólo el porcentaje de población activa en nuestro país, sino también, las tasas de ocupación (trabajadores empleados) y de paro (trabajadores desocupados), así como la población activa dentro de cada sector económico. Para ampliar conocimientos y analizar de cerca una EPA, puedes consultar en el siguiente enlace:
https://geoblografia.com/?s=Encuesta+de+la+poblaci%C3%B3n+activa
1.4. El dilema entre población y recursos. Perspectivas de futuro
Decíamos al comienzo que somos aproximadamente 7.750 millones de personas en el planeta. La pregunta que siempre se ha planteado al respecto y que ha suscitado debates entre científicos y estudiosos del tema, es si existen suficientes recursos para todos, entendiendo por recurso cualquier sustancia que permite satisfacer alguna necesidad humana.
La clave para responder a dicha cuestión la tenemos en la tecnología, que nos permite aprovechar en mayor o menor medida los recursos disponibles. A medida que ésta ha ido avanzando, los recursos han sido explotados de forma cada vez más eficiente, y los que antes podían alimentar a una población determinada, ahora permiten hacerlo al triple o cuádruple de personas. Pero también es cierto que, al tratarse de recursos finitos, si las necesidades siguen aumentando y la población creciendo, puede sobrepasarse un umbral más allá del cual, no habrá recursos para todos. La nueva pregunta es: ¿lo hemos alcanzado ya?
Como no todo el mundo tiene las mismas posibilidades de acceder a los recursos, en algunos países, los más ricos, podemos seguir consumiendo sin ser conscientes de que ya podemos haber superado ese límite. Ello tiene como consecuencia situaciones de desabastecimiento y hambre crónica entre la población más desfavorecida de los países en desarrollo. Además, la extracción de los recursos y la quema de combustibles fósiles para generar energía, suponen una grave alteración y contaminación del medio ambiente que reduce, aún más, la disponibilidad de recursos. Hemos llegado a una situación en la que, en todo el mundo, existe un consenso en torno a la necesidad de detener el consumo masivo de recursos y lograr una redistribución más justa. El objetivo así establecido se llama desarrollo sostenible, y es aquel tipo de desarrollo económico que permita dar respuesta a las necesidades de la población sin comprometer los recursos existentes ni destruir el entorno natural y cultural.
Se estima que, dentro de unos 35 años, la población humana puede alcanzar los 10.000 millones de personas, pero episodios como el que estamos viviendo actualmente con la epidemia del Covid-19 y otros semejantes que puedan surgir en el futuro, hace que sea muy difícil establecer previsiones. Si bien, lo cierto es que mucho más importante que este tipo de episodios (pandemias, catástrofes naturales o guerras), son los modos de vida, es decir, los hábitos y estilos de vida que tiene la población en general, a la hora de controlar el crecimiento de la población. En este sentido, la difusión del modo de vida urbano, con la consiguiente y obligada reducción de la tasa de natalidad, va a ser determinante en un futuro. Un mundo de ciudades que se nos está representando ya ante nuestros ojos, y así va a seguir durante mucho tiempo. Vamos, pues, a continuación, a estudiar el fenómeno urbano en el mundo.
Actividades complementarias
- Ahora deberías hacer una lista con todos los términos que están resaltados en negrita y elaborar un glosario de definiciones, para aprender bien su significado y poderlos utilizar con propiedad en tus redacciones o trabajos.
- En segundo lugar, como tarea final del tema, trata de completar las tablas de la siguiente actividad, para lo que te puedes ayudar de los datos de la pág. 76 del libro de texto:
Cuadro contrastes demográficos
2. El fenómeno urbano
En primer lugar hemos de comenzar aclarando el concepto de ciudad, base del poblamiento urbano, cuya definición no es fácil. Podemos definir una ciudad como una forma de asentamiento de la población caracterizada por su forma compacta, su alta densidad de población y por una gran diversidad de actividades económicas. En relación a dichas actividades, las ciudades desempeñan una serie de funciones, la más importante de las cuales es la de intercambio, no solo de mercancías sino también de personas, ideas e innovaciones. Por ello, las ciudades influyen notablemente sobre su entorno, creando así lo que se ha llamado un «Hinterland» urbano. En la imagen, la ciudad de Nueva York.
En mayor o menor medida, esto ha sido así a lo largo de toda su historia, pero debido al gran crecimiento que han experimentado las ciudades en el último siglo, el impacto sobre el medio natural y el territorio en torno a ellas en general, ha ido siendo cada vez mayor. Hasta el punto de crear «islas de calor» y microclimas específicos en las grandes ciudades. Veamos ahora la evolución histórica de las ciudades hasta llegar a la actualidad.
2.1. El Proceso de urbanización a lo largo de la historia
A lo largo de su historia, la población humana ha pasado por épocas en las que, como hemos visto, crecía lentamente, y otras en las que ese crecimiento se aceleraba. Dos grandes revoluciones económicas, la Revolución Neolítica (hace unos 10.000 años) y la Revolución Industrial (durante el siglo XIX), permitieron una expansión de la humanidad por la superficie del planeta sin precedentes, al tiempo que su número crecía de forma llamativa gracias a la mayor disponibilidad de recursos que aportó cada una de ellas.

Cueva habitada en el Paleolítico y Castillo medieval en el enclave de Los Casares (Guadalajara)
Pero no sólo se produjeron cambios en el volumen de la población humana. También afectaron a la forma y los lugares que el ser humano habitaba. En primer lugar, después de cientos de miles de años de nomadismo, durante el Neolítico aparecieron los primeros asentamientos estables o poblados en los que vivían, sobre todo, agricultores. Pronto, con el descubrimiento de la cerámica y los metales y el inicio de los intercambios, fueron surgiendo poblados de mayor tamaño y diversidad que, especializándose en dichas actividades, acabarían dando origen a los primeros núcleos urbanos o ciudades. Los grupos humanos que vivían del pastoreo o los que seguían dedicándose a la caza y la recolección de alimentos, mantuvieron formas de vida nómadas.
Así pues, al comenzar la Historia y las primeras civilizaciones, ya habían surgido los dos grandes tipos de poblamiento, o formas de asentamiento de la población: el poblamiento rural, basado en aldeas y asentamientos dispersos, y el poblamiento urbano, constituido por las ciudades.
Durante milenios predominó en todo el mundo el poblamiento rural, a pesar de que hubo épocas y lugares en que las ciudades alcanzaron un gran esplendor, como ocurrió en la antigüedad clásica, es decir, entre los siglos VI a.C. y III d.C en Grecia y Roma. Las ciudades clásicas solían contar con una planificación urbana eficaz, estructurándose a partir de espacios centrales en los que tenía lugar la interrelación social (el ágora en Grecia, o el foro en Roma), en torno a los cuales se levantaban grandes edificios públicos (templos, teatros, basílicas, etc) y se expandía la ciudad siguiendo un plano en cuadrícula, como se observa en la imagen de Tréveris, en Germania.
Desde el siglo IV, las ciudades iniciaron una lenta pero inexorable decadencia en Europa Occidental. Fue el comienzo de una era, la Edad Media, en la que, durante casi mil años, la vida transcurrió en el campo, en aldeas, monasterios y castillos. Sólo a partir del siglo XI, lentamente, renacieron las ciudades en Occidente gracias al desarrollo del comercio, en muchas ocasiones al amparo de fortalezas o burgos, en torno a los cuales iban creciendo núcleos de población de carácter urbano, o bien en las pocas ciudades que habían sobrevivido desde la antigüedad, normalmente sedes episcopales o puertos marítimos.
Al terminar el siglo XIII, dichas ciudades habían alcanzado su máximo desarrollo, mantenían una intensa actividad económica y sus habitantes gozaban de libertades y privilegios singulares. Quedaban perfectamente delimitadas por recintos amurallados que unían a su función defensiva, otra de carácter administrativo, que las separaba del campo circundante en el que regían unas formas de vida y unas leyes muy distintas, enmarcadas dentro de lo que denominamos Feudalismo.
En esta época y durante toda la Edad Moderna, además de una población mayoritariamente rural, la ciudad topaba con unos límites físicos difícilmente franqueables. El crecimiento de su población más allá de un umbral que permitiera abastecer de productos frescos a la ciudad, provocaba el desarrollo de enfermedades por falta de ciertas vitaminas, con consecuencias muchas veces devastadoras. Por ello, el tamaño de las mismas quedó estabilizado en función de la fertilidad y las posibilidades de su entorno para producir alimentos frescos. Durante siglos, pocas ciudades en Europa pudieron superar los 150.000 habitantes, por lo que su engrandecimiento era, ante todo, estético y constructivo, con edificios monumentales y la creación de grandes perspectivas y avenidas, flanqueadas de jardines.
Hubo que esperar al siglo XIX para ver cómo cambiaban las cosas. La Revolución Industrial trajo consigo la revolución de los transportes, con el protagonismo del ferrocarril como medio terrestre capaz de transportar grandes cantidades de mercancías a una más que notable velocidad. La rápida expansión de la red ferroviaria durante este siglo (en el mapa se muestra el ritmo al que se extendió entre 1840 y 1900), permitió un crecimiento sin precedentes del número y el tamaño de las ciudades, ya que facilitaba su abastecimiento e intercomunicación.
La revolución industrial también comportó el auge del llamado «éxodo rural«, una migración masiva de agricultores, que eran expulsados del campo a causa del creciente empleo de máquinas agrícolas y de los cambios en la estructura de la propiedad de la tierra. Ello unido al desarrollo de actividades como la minería, la industria textil o la siderometalúrgica, junto a la eliminación, gracias al ferrocarril, del problema que suponía el abastecimiento de alimentos frescos para muchas ciudades, permitió que estas se multiplicasen en número y crecieran en tamaño hasta superar en algunos casos el millón de habitantes.

Esquema síntesis de una ciudad europea tipo.
2.2. La ciudad en el siglo XX
De esta manera, al finalizar el siglo XIX, en Europa había surgido la nueva ciudad industrial, ya de un tamaño considerable, y que reflejaba en su estructura, tanto los sectores que el pasado urbano había legado, el llamado casco histórico, como las nuevas áreas surgidas con la Revolución Industrial: las zonas industriales y de residencia obrera, las áreas de transporte (vías y estación de ferrocarril, carreteras, etc.) y el llamado ensanche burgués, área de residencia de la clase alta de la ciudad, que había abandonado las estrecheces del casco histórico para buscar espacios más amplios, limpios y ordenados. Se desarrolla también en el interior de la ciudad, en una zona céntrica y bien comunicada (normalmente entre el casco histórico y el ensanche burgués), el llamado Centro Comercial y de Negocios (por sus siglas en inglés, CBD), donde se encuentran las sedes y oficinas de empresas y organismos públicos, el comercio especializado y de alta gama,
Al entrar en el siglo XX, gracias al mencionado desarrollo industrial y al comercio colonial, este tipo de ciudad se consolida en Europa y acabará extendiéndose por el mundo con grandes o pequeñas variantes.
Con el tiempo, el crecimiento urbano generará graves problemas de congestión y comunicación, a los que se hace frente mediante transformaciones en la distribución de las áreas urbanas, el reparto de funciones dentro del tejido urbano y la construcción de importantes infraestructuras de comunicación y transporte. Surgirán así zonas residenciales para la clase acomodada y otras para la clase media o media baja (urbanizaciones y barriadas), áreas de poblamiento marginal (chabolismo), áreas industriales y de servicios (polígonos) y centros comerciales en la periferia, amplios y bien comunicados, para descongestionar el centro urbano.

Bilbao y su área metropolitana.
Hoy en día, la tasa de urbanización, es decir, el porcentaje de población que habita en ciudades en relación al total, ha superado ya, en el mundo, el 50%, es decir, la mitad. En los países desarrollados, este porcentaje se eleva al 77,5%, lo que, en definitiva, demuestra que la tasa de urbanización es un indicador de desarrollo económico y social. Todo hace pensar que, a medida que avance nuestro siglo, la población urbana en el mundo, seguirá creciendo a buen ritmo, hasta situarse porcentajes similares a los que hoy tienen los países desarrollados.
Llegados a este punto, he aquí una lista de términos clave cuyo significado debes conocer:
- Ciudad
- Poblamiento rural / poblamiento urbano
- Tasa de urbanización
- Burgo
- Casco histórico
- Ensanche burgués
- Centro Comercial y de Negocios (CBD)
2.3. Características de la ciudad actual
Hoy en día, las ciudades han crecido tanto en número y tamaño, y su influencia sobre todo el territorio es tan intensa, que comienza a hablarse del «fenómeno urbano» para referirnos a la expansión de los modos de vida propios de este tipo de poblamiento y a la creación de espacios supraurbanos, de dimensiones considerables, que ocupan un territorio muy superior a la ciudad tradicional.
En definitiva, podemos definir y caracterizar el poblamiento actual por una serie de rasgos, como son:
- Es aquel que está integrado por el conjunto de asentamientos humanos que llamamos ciudades, que son núcleos de población de tamaño medio o grande, con una estructura interna compleja, tanto a nivel funcional como social y económico, y una elevada densidad de edificación y de población.
- En él, se desarrollan actividades económicas encuadradas, principalmente, dentro de los sectores secundario y terciario, especialmente comercio e industria.
- Las ciudades ejercen múltiples funciones que influyen sobre un amplio territorio en torno a ellas y que son de tipo político-administrativo, económico, cultural, etc.
- El plano urbano suele ser el reflejo de la evolución histórica de la ciudad desde su nacimiento o fundación, y puede adoptar múltiples formas, según la disposición de calles y edificios, o trama urbana. Los más conocidos son el irregular, el ortogonal y el radiocéntrico.

Distintos tipos de planos y tramas urbanos
Actualmente, el poblamiento urbano adopta múltiples escalas y formas, producto de su expansión y crecimiento. Además de las ciudades, propiamente dichas, hablamos también de:
- Áreas metropolitanas, que se forman por el crecimiento de una ciudad principal que va absorbiendo el espacio urbano de otras menores que crecen cerca de ella.
- Conurbaciones, que se producen por la unión de varias áreas metropolitanas o ciudades de similar tamaño e importancia.
- Regiones urbanas, que se forman cuando el poblamiento urbano se va extendiendo hasta adquirir escala regional.
- Megalópolis, que serían el resultado de la unión de varias regiones urbanas, creándose una sucesión de grandes ciudades y aglomeraciones urbanas.
La mayor parte de las formas de poblamiento urbano anteriores, surgen en países desarrollados, ricos o emergentes, de larga tradición urbana o de fuerte crecimiento industrial. Aunque en ellos el rápido crecimiento de las ciudades ha generado graves problemas de congestión, contaminación y marginalidad social, éstos tienden a solucionarse o bien a contenerse. En los países subdesarrollados o pobres, sin embargo, el rápido proceso de urbanización no se debe al crecimiento económico, sino a la masiva llegada de inmigrantes procedentes de las áreas rurales (éxodo rural), que desborda la capacidad de acogida de las ciudades y se asientan en grandes barrios con apenas servicios e infraestructuras, creándose así, gravísimos desequilibrios sociales y económicos.