El INE (Instituto Nacional de Estadística) acaba de publicar una nota de prensa con los resultados del último recuento (julio de 2019) de residentes en nuestro país, en la que se anuncia que ya somos 47,1 millones de habitantes. Es la primera vez que España supera la cifra de 47 millones, por lo que podemos considerarlo un dato histórico. Además del número de residentes, se informa también de ciertas características de la población, tales como el sexo, la edad, el lugar de nacimiento y los movimientos migratorios. Pinchando en la siguiente imagen accederemos a dicho informe.
El INE es el organismo que elabora las estadísticas más precisas sobre población y economía, que sirven para radiografiar nuestra sociedad y poder entenderla mejor. Las estadísticas demográficas son una herramienta básica para elaborar proyectos de futuro para el país y planificar adecuadamente su desarrollo económico y social. Los servicios públicos que sustentan el estado del bienestar, especialmente la sanidad y la educación, al estar financiadas con los impuestos, exigen una rigurosa planificación que solo puede hacerse mediante los datos obtenidos y procesados por las agencias estadísticas, de ahí su importancia. Nosotros aprovecharemos esa información para destacar los rasgos demográficos más relevantes de nuestro país en la actualidad, empezando por su volumen y distribución.
Así, de la cifra anterior de 47,1 millones, podemos deducir una densidad de 93,5 habitantes por kilómetro cuadrado para el conjunto del país. Una población que, sin embargo, tal como podemos observar en el mapa, se reparte de forma muy desigual entre los diversos territorios del estado, al tiempo que se concentra mayoritariamente en ciudades, frente a un campo cada vez más vacío.
Entre finales del siglo XIX y el último cuarto del siglo XX, tuvo lugar la llamada transición demográfica, que supuso un notable incremento de la población, hasta acercarse a los 40 millones. Las transformaciones económicas, sociales y culturales que experimentó España en los años 80, detuvieron el ritmo de crecimiento al tiempo que España adoptaba el régimen demográfico moderno, caracterizado por muy bajas tasas de natalidad y mortalidad y una elevada esperanza de vida. El desarrollo económico español iniciado en la década de los 90, dio paso a un fenómeno demográfico desconocido en España, como es la inmigración, que vino a cambiar el tradicional saldo migratorio negativo por un saldo positivo que tuvo como consecuencia directa un notable aumento de la población española, que llegó a rozar los 47 millones. La crisis iniciada en 2008 provocó una momentánea inversión de la situación, al detenerse la inmigración y aumentar la emigración, especialmente entre los años 2010 y 2015. Ello supuso un estancamiento de la población (cuando no un ligero retroceso), que la fijó en torno a los 46 millones, hasta que la inmigración ha vuelto a dejarse notar con fuerza en la recuperación de la población española durante los dos últimos años.
Así pues, el crecimiento de los últimos años que se aprecia en el gráfico, se ha debido principalmente a un saldo migratorio positivo que ha compensado el escaso crecimiento natural de la población española. Ésta, en consecuencia, se caracteriza actualmente por varios rasgos que se refieren tanto a su dinámica como a su estructura y distribución. Son los siguientes:
- Cuenta con un crecimiento natural negativo, debido a que la tasa de natalidad es menor que la de mortalidad, algo que se encuentra dentro de los patrones del régimen demográfico moderno o actual.
- Tras unos años de parón por la crisis, España disfruta de un saldo migratorio positivo que no solo compensa el decrecimiento natural, sino que permite un crecimiento real claramente positivo.
- España cuenta con una población en proceso de envejecimiento, a pesar de que la inmigración nutre a nuestra sociedad de una población adulta joven que ha permitido un cierto repunte de la natalidad.
- La estructura económica de la población cuenta con dos rasgos importantes: la elevada tasa de paro que afecta a la población activa, y la clara terciarización del empleo, consecuencia, por un lado, del mismo proceso que está teniendo lugar a nivel global, y del enorme peso del sector turístico en España, por otro.
- Como resultado de todo lo dicho hasta aquí, las zonas rurales más alejadas de los grandes núcleos urbanos y de las zonas de mayor desarrollo económico, y por ende, las comunidades autónomas del interior peninsular, están experimentando un proceso de despoblamiento que ha llevado a hablar, en los últimos años, de una España vacía o «vaciada«.
La pirámide de población española más reciente (2018) muestra con claridad algunos de los rasgos indicados arriba. Si la combinamos con una proyección para el año 2033 y observamos el gráfico resultante con atención, podemos extraer varias conclusiones tras analizarlo y comentarlo adecuadamente.
Para completar la información, puedes consultar las siguientes noticias:
- http://www.rtve.es/noticias/20181010/2033-habra-49-millones-habitantes-espana-uno-cada-4-sera-mayor-65-anos/1816304.shtml
- https://cincodias.elpais.com/cincodias/2019/06/19/economia/1560939971_059402.html