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Archivos Mensuales: enero 2018

La importancia del estudio de los «lugares» del mundo en 1º de ESO

Durante el primer trimestre, en 1º de ESO, estudiamos diversos aspectos relativos a las formas de relieve, los accidentes geográficos, la distribución de aguas y tierras sobre la superficie terrestre. Pusimos nombres a océanos, mares y continentes, a cabos, golfos y penínsulas, a montañas y llanuras. Para saber dónde están los más importantes, empleamos mapas, y para localizarlos con exactitud, un sistema de coordenadas geográficas que, al principio, a algunos os traía «locos», pero que finalmente casi todos domináis. Vuestra curiosidad no tenía límites, preguntabais una y otra vez, unas para confirmar lo que ya sospechabais, y otras para descubrir cosas nuevas sobre el mundo.

Mafalda geo

Y es que, en definitiva, hablamos de los «lugares» en los que vivimos, o de aquellos a los que un día viajaremos, tanto por placer como por trabajo u obligación. Por eso, aunque pueda resultarnos a veces pesado reproducir nombres irreproducibles o intentar recordar cuál era la longitud este y cuál la oeste, todo ello tiene un sentido y una utilidad. Además, si despertamos nuestra capacidad para imaginar cosas y lugares, nos permitirá vivir más intensamente todo lo que nos rodea y sentirnos más responsables de cuidar nuestro planeta, hoy por hoy, nuestro único hogar en el universo.

Cordillera Cantábrica

En la imagen anterior, hasta no hace mucho, solo veíamos montañas. Ahora en ella podemos descubrir, además, una cordillera, algún altiplano, laderas, crestas, canchales, valles, lagos, etc. Y, por supuesto, la huella de la presencia humana en el territorio. ¿Adivináis cuál es el elemento de origen humano más visible?  Efectivamente: el camino. Si nos preguntamos para qué se ha construido, creo que todos sabéis la respuesta: para comunicar dos lugares distintos a través del territorio montañoso que estamos viendo.

Pues bien, si caminos como el de la fotografía anterior, enlazan lugares pequeños y lejanos (aunque importantes, por diversos motivos, para aquellos que los trazaron), por los que apenas transita gente, otros, sin embargo, unen grandes ciudades y territorios económicamente muy activos, por los que, diariamente, pueden circular decenas de millares de personas y vehículos. Detengámonos a reflexionar un momento antes de proseguir:

  • ¿Para qué crees que se hizo el camino que se ve en la imagen? ¿Qué grado de dificultad tuvo su trazado y construcción?
  • ¿Qué zonas o lugares crees que comunicaría? ¿Qué obstáculos salva?
  • ¿Para qué se puede utilizar también en la actualidad dicho camino?
  • ¿Puedes mencionar algún camino o ruta importante cercana al lugar donde vives? ¿Qué lugares unen?
  • ¿Qué rutas (carreteras, autopistas, ferrocarriles, canales, etc.) son famosas tanto en España como en el resto del mundo? ¿Qué tipo de obstáculos naturales y accidentes del relieve tienen que superar?
Vías de comunicación

Caminos de asfalto y «caminos» de agua

En nuestro recorrido por los cinco continentes, hemos visto todo tipo de lugares, pero algunos eran especialmente interesantes por diversas razones:

  • Bien porque fueron escenarios importantes en la historia de la Humanidad, como la región de los Grandes Lagos de África, el Valle del Nilo, Mesopotamia, la península del Indostán, el mar Mediterráneo, el Egeo, la península Itálica, etc. que estudiaremos en la segunda mitad de este curso;
  • Bien, porque son claves en el estudio de las comunicaciones y la economía global, como el estrecho de Gibraltar, el canal de Panamá, el canal de Suez, el mar de Aral, etc.
  • O porque son como hitos o marcadores geográficos de gran relevancia, como el cabo de Finisterre, el de Buena Esperanza, el cabo de Hornos, el cabo Norte, etc. en los que, desde tiempos inmemoriales, se levantaban faros para guiar a los barcos.

En este sentido, me gustaría que dedicaseis unos minutos a ver el siguiente video en el que se habla de la posibilidad de construir un puente sobre el estrecho de Gibraltar.

 

No solo es interesante comprobar la magnitud de la obra, sino, más aún, la enorme trascendencia y alcance que tendría como nexo de unión, como medio de comunicación y de transporte entre continentes, culturas, formas de entender la vida, etc.  Todo lo que ahora nos resulta aún lejano, se nos haría familiar y nuestra visión del mundo cambiaría, porque se reduciría la distancia que nos separa de otras visiones distintas, con las que podríamos entrar en contacto más fácilmente.

Por otra parte, dicho puente generaría gran cantidad de empleo, no sólo durante su construcción, sino posteriormente, gracias a la actividad económica que generaría, sobre todo dentro del sector del transporte y la logística.

Pero también tendría una vertiente no tan positiva derivada, sobre todo, del enorme impacto medioambiental y de la contaminación originada por la multiplicación del tránsito y la actividad económica. Por eso es necesario que todas estas obras se realicen de la manera más limpia y ecológica posible. Tenemos la tecnología para lograrlo y debemos usarla.

En clase podemos plantear una puesta en común o un debate en el que se opine acerca de todo lo anterior y que, en resumidas cuentas, giraría en torno a la pregunta: ¿Merece la pena la construcción del puente de Gibraltar? Elegiremos un moderador que dé los turnos de voz y un secretario que anote todo lo interesante que se vaya diciendo, y todo estará listo para llevarlo a cabo.

Estrecho de Gibraltar

Vista del estrecho de Gibraltar desde la costa española. Al fondo, la costa marroquí.             Fuente: http://www.papeldeperiodico.com

Así pues, el estrecho, que ahora separa Europa de África mientras une el Atlántico y el Mediterráneo, se completaría con un puente que uniría físicamente dos continentes tan cercanos geográficamente como alejados económica y culturalmente.

Por eso la geografía es imprescindible en un mundo interconectado y cambiante como el actual. No hay otra rama del saber humano que genere tanto conocimiento interrelacionado y capaz de ser utilizado para lograr un progreso y un desarrollo sostenibles que permitan una sociedad mejor en el futuro

 

 
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Publicado por en 18/01/2018 en Geografía

 

¿Educación en crisis?

No es ningún secreto de estado que la educación atraviesa, en los últimos tiempos (y esto de últimos, en términos históricos, puede abarcar varias décadas, pongamos que desde los años 80 del siglo pasado), un penoso desierto rodeado de oasis espléndidos. Como esta metáfora puede parecer una contradicción incomprensible, intentaré explicarme de forma breve y concisa.

Partimos del hecho indiscutible de que la educación tiene (o debe tener) como fin, la creación y consolidación de la mejor sociedad posible. Por ello, todo sistema educativo presenta, al menos, dos caras: por un lado, es reflejo de las características y el estado general de la sociedad que existe en el momento en que se pone en marcha; por otro lado, debe ser lo suficientemente clarividente y flexible como para prefigurar la sociedad futura y acometer los cambios de rumbo necesarios para llegar a ella.

Sin embargo, es muy posible que, en la mayor parte de las sociedades actuales, no exista una idea clara de cuál es la meta o el fin por el cual se constituyen. Y ello no se debe tanto a determinadas carencias intelectuales o morales, como al incontrovertible hecho de que la gran velocidad a la que se producen los cambios culturales y tecnológicos impide que podamos detenernos a reflexionar y a tomar decisiones sopesadas.

España es un buen ejemplo de ello: desde los años sesenta del pasado siglo, las transformaciones económicas y sociales se han desarrollado a una velocidad de vértigo, sin apenas tiempo para analizarlas, valorarlas y asimilarlas de forma «eficiente» y constructiva. En consonancia con ello, las leyes y sistemas educativos han ido sucediéndose de forma cada vez más rápida, sin tiempo muchas veces para valorar sus ventajas o para «reparar» sus defectos de fábrica, y mucho menos, para que la comunidad educativa (profesores, alumnos y padres) pueda llegar a asimilarlos como algo propio y querido, por conocido y cercano.

Es evidente que no todos tenemos la misma idea de lo que es la educación, pero sí que coincidimos en una serie de objetivos a los que toda sociedad aspira: trabajo, bienestar, seguridad, tiempo libre y buena formación. No sería, pues, tan difícil, lograr un gran pacto político para diseñar el sistema educativo que permitiera alcanzar ese tipo de sociedad. Y todo ello, en momentos en los que podríamos disponer de las mejores técnicas y los profesionales mejor preparados de nuestra historia, así como de la mayor capacidad de financiación y riqueza.

Tenemos, pues, los medios técnicos y humanos, los recursos y las ganas para hacer de la educación, no solo ese gran ascensor social que siempre ha sido, sino la materia primordial para dar forma a la sociedad del futuro. ¿Estaremos tan locos como para seguir transitando por el desierto sin terminar de decidirnos en qué oasis pararnos a beber al menos?  En la siguiente charla TED, Amel Karboul nos narra su propia experiencia como educanda, educadora y experta en educación en su país, Túnez, y en la ONU. Una piedra de toque que nos debería hacer reflexionar.

 

 
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Publicado por en 15/01/2018 en Geografía